Si el hombre es bueno o no por naturaleza, ha sido un debate que ha cruzado la historia. Algunos filósofos y pensadores, como Rousseau (francés del siglo XVIII), han argumentado que somos buenos en nuestro estado natural, y es la sociedad y las instituciones sociales las que corrompen.
Así la agresión, la competencia y otros comportamientos negativos, son el resultado de cosas externas. A mí me da la impresión qué, el hombre como especie, es como la naturaleza en su esencia: no es ni bueno ni malo, simplemente es.
Desde una perspectiva evolutiva, el debate se abre, ya que algunos científicos argumentan que la cooperación y la empatía tienen una base biológica y evolutiva en los seres humanos. Según investigaciones, la cooperación y la reciprocidad pueden ser características innatas en los humanos.
Abraham Maslow desarrolló la idea de una jerarquía de necesidades que incluye la autorrealización, sugiriendo que los seres humanos tienen la capacidad innata de buscarla, y con ello impulsar el crecimiento personal.
Hobbes un inglés del siglo XVII afirmaba que, en el supuesto estado de naturaleza, “el hombre es un lobo para el hombre”, y que pre civilizado, se vuelve la guerra quien impera. Somos agresivos y egoístas, en ese estado natural no hay ley, ni hay límites que lo impidan. Para él, el ser humano es malo por naturaleza, de modo que para poder convivir se necesita un poder absoluto, una ley autoritaria que controle el impulso agresivo que surge de la motivación egoísta de todos los seres.
También hay quien sostiene que el instinto de la crueldad está asociado a un cromosoma llamado X, que fabrica un factor denominado MAO-A. Para el doctor Nigel Blackwood, miembro del Instituto de Psiquiatría en King´s College London, el MAO-A no es el promotor de crimen en sí, porque influyen las vivencias personales, sobre todo una infancia traumática. El doctor Kent Kiehl, neurocientífico de la Universidad de Nuevo México, descubrió que los psicópatas tienen menor densidad neuronal en la zona cerebral donde se registran las emociones.
Yo, siendo un ciudadano de a pie común y corriente, estoy de acuerdo en que uno se convierte en un ser nutricio para el entorno dependiendo de la cultura, de la historia y de las experiencias personales. En consulta hemos visto que las fracturas que nos llevan a dañarnos o dañar a otros, están enraizadas en cómo atravesamos aquello que nos duele, y cómo se transforman en heridas internas que dejan una huella emocional con la que salimos al mundo.
Por eso me cuesta trabajo pensar que un recién nacido pueda tener algo de maldad en él. Que la desarrolle es distinto, y por lo que me ha tocado observar, está ligado al entorno y a las creencias culturales. ¿Qué pasaría si a un ser humano se le privaba del contacto humano y éste sobrevive?, ¿Algunas de estas teorías podrían seguir siendo plausibles?
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