Amables lectores, de todas las aristas que integran un partido de fútbol, hoy me referiré al personaje que quizá menos atención tiene de todos los que participan en el encuentro: el cuarto árbitro.
Se trata de ese integrante del cuerpo arbitral que no cumple funciones ni de árbitro central, ni de bandera, ni de la tripulación que integra el VAR.
Su función y razón de ser es la de reemplazar a cualquiera de los tres árbitros en caso de que uno de ellos no pueda continuar con su función en el partido.
El cuarto árbitro es el único que viste diferente, si bien trae la camisa igual a sus compañeros, siempre se la cubre con una chamarra para no confundirse con los que están en la cancha.
El cuarto árbitro está entre la zona de bancas, monitorea el comportamiento de los entrenadores, los apercibe, los regaña, se comunica por diadema con el árbitro para decirle como están los ánimos con los suplentes, con la afición, quien hace berrinche y le pone al público en contra, y también es el responsable del tablero de los cambios, de pedir las tarjetas y revisar al que va a entrar, que cumpla con el uniforme completo, que no traiga cadenas y que la licra debajo del short sea del mismo color del pantaloncillo por citar algunas de sus actividades durante los noventa minutos y más.
El cuarto árbitro es la primera frontera del desahogo del carácter del técnico, de los jugadores y de las mentadas de madre del respetable cuando indica que se añadirán 7 minutos al juego en detrimento del equipo local.
El cuarto árbitro sufre en silencio, nadie lo aprecia, nadie le pide la foto ni lo saluda, ningún niño pide ser como el cuando sea grande, no hace comerciales y en cambio es el primero que debe intervenir cuando la pasión se desborda justo ahí en medio de las bancas.
El cuarto árbitro es esa figura del fútbol que nadie ve, ni aprecia, ni valora.
El cuarto árbitro existe, piensa y siente; por lo regular pulcramente vestido y peinado, correcto en su forma de conducirse, como un guardia del palacio real que debe mantener la serenidad, aunque le hayan escupido o le hayan recordado a su madre varias veces.
La próxima ocasión que vaya a la cancha póngale atención y reafirmará lo que le digo, en ocasiones ni el mismo juez central lo toma en cuenta y en varias ocasiones a los árbitros estelares que comenten algún error en la fecha previa los designan para el siguiente juego a esa olvidada ocupación, la de cuarto árbitro.