Vámonos a años atrás. Cuando México firmó el Acuerdo de París, por ejemplo. El cual invita a los países que son parte a desarrollar “estrategias de desarrollo a largo plazo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero”, según dice la página de las Naciones Unidas.
Desde que nuestras acciones y las omisiones del Estado se han hecho presentes, no queda más que admitir que a este punto, por supuesto, que se tiene información de los estragos que causarán estos fenómenos naturales derivados de la emergencia climática. Científicos lo señalaron y advirtieron, prácticamente, desde hace tres décadas o más.
Sin embargo, los gobiernos han echado en saco roto ese conocimiento y lo que es peor, tampoco tienen planes de emergencia ante los cambios abruptos que seguiremos teniendo por alterar el clima del planeta, la biodiversidad, contaminar el agua, el aire y la tierra, así como otros descuidos en los ecosistemas.
Ahora bien, si ya se tiene este panorama desolador, quiere decir que si los gobiernos no invierten en investigación, así como en especialistas que nos permitan anticiparnos, estamos fritos.
Si se pudo conocer. Si se hubiera podido reaccionar si realmente se hacen compromisos con hechos en una visión a largo plazo que era para ayer. Pero, hoy estamos contando una de las muchas tragedias que vienen si seguimos votando por esos gobiernos que tal parece les conviene vernos así.
Preparémonos. Todavía no llega lo peor de las negligencias que se acumulan en facturas que el planeta no olvida.