Desde luego que no, ya que el hecho de que no se establecieran las previsiones en el presupuesto para 2023 no quiere decir que no existan recursos suficientes para la atención de la terrible tragedia ocasionada por el Huracán Otis.
Tan es así que desde este momento se han volcado esfuerzos institucionales para atender las necesidades más inmediatas, sabiendo que el proceso de reconstrucción no será posible solo con lo que haga el gobierno, sino que se requiere de la intervención de todos los sectores de la población.
El hecho de que no se destinen recursos etiquetados en el Presupuesto de Egresos de la Federación no implica la falta de recursos para propósitos como el de sacar adelante a Acapulco.
Ya que, en las previsiones financieras para infraestructura, mantenimiento, protección civil y otros rubros, existen partidas que pueden implementarse por la naturaleza del caso.
Ahora, lo que debemos buscar son esa serie de beneficios fiscales e impulso a la inversión que reactive a una ciudad que es fundamentalmente turística. Se requiere de una estrategia más allá de los recursos económicos para que esa región de Guerrero vuelva a ser autosustentable haciendo énfasis en aquellas comunidades que han sido históricamente olvidadas pero que hoy levantan la mano para ser visibles y fomentar el desarrollo.
El Presupuesto debe responder a las necesidades de todas y todos los mexicanos con énfasis en lo urgente como la crisis que viven nuestras hermanas y hermanos de Acapulco.
Sin embargo, debemos actuar con institucionalidad y dejar de lado intereses políticos para dar al pueblo de México una confección presupuestal adecuada, para un año que se viene con muchas complicaciones y con el arrastre de una pandemia que sigue sin soltarnos económicamente hablando.
Hoy más que nunca necesitamos unidad y profesionalismo de quienes analizamos elementos presupuestales para representar al mayor nivel a nuestra ciudadanía.