Lo ocurrido en Nuevo León demuestra que algunos políticos sólo piensan en ellos y no en el bienestar de su pueblo. Es la segunda ocasión que los nuevoleoneses son abandonados porque las aspiraciones personales de sus gobernadores y su inmadurez política pueden más que su compromiso con la gente.
Samuel García pidió licencia para separarse de su cargo como gobernador, pero intentó de todas las maneras posibles mantener el control del gobierno. Incluso, adjudicándose facultades legales que no tiene establecidas en sus disposiciones locales.
Su actitud, hace recordar a “Varguitas”, aquel personaje de Luis Estrada que redacta su nueva Constitución conforme a sus caprichos y necedades. El señor García pareciera un personaje de ficción, pero lamentablemente no es así. Sin duda, lo que ocurre en Nuevo León es inaudito y los nuevoleoneses no lo merecen. Se necesita orden y certeza en el gobierno.
El problema de Samuel García es su ambición desmedida. Que rápido se le olvidó la promesa de campaña de no abandonar su mandato, o sus quejas en contra del ex gobernador, Jaime Rodríguez, que se fue a la candidatura presidencial e impuso a un subordinado para no dejar de gobernar el estado.
Es claro que la campaña del señor García no tenía ninguna posibilidad de éxito, sólo era el esquirol de López Obrador para dividir a la oposición. El espaldarazo que ha dado Palacio Nacional a García, es la muestra clara de su miedo y desesperación porque Sheinbaum no levanta, por el contrario, la gente le hace vacío a sus eventos y su precampaña va en declive.
Se necesita altura de miras ante esta situación. Se debe anteponer el bien del pueblo de México.