En 88 días se llevarán a cabo las elecciones más competidas en la historia contemporánea de nuestro país. Los mexicanos tienen la posibilidad de elegir entre dos proyectos de nación: el de la seguridad, el progreso y la esperanza que encabeza Xóchitl Gálvez o el de la continuidad en la corrupción de Claudia Sheinbaum.
Sin duda, en este arranque de la campaña presidencial hubo sendas diferencias. Xóchitl inició con una caminata en el municipio de Fresnillo, Zacatecas, donde 9 de cada 10 ciudadanos se sienten inseguros, como es su personalidad, estuvo cercana a la gente y fue rodeada del cariño de los zacatecanos.
Mientras que la candidata del régimen, tuvo un evento lejano al sentir ciudadano, donde el acarreo, los lunch y los excesos de los morenistas se hicieron presentes.
Hoy, los mexicanos tienen miedo de salir a las calles, porque el gobierno de López Obrador trajo más violencia con su complicidad con el crimen organizado. Bajo esta administración, se han contabilizado más de 173 mil asesinatos y 50 mil personas se encuentran desaparecidas. Estamos ante la claudicación del Estado frente a la delincuencia organizada.
El Presidente López Obrador insiste una y otra vez en darles una tregua de abrazos a los criminales, en lugar de dictar una estrategia que sirva para pacificar al país. Es difícil distinguir si este gobierno ha sido incapaz, omiso, indolente o todas las anteriores, ante el enorme sufrimiento de las miles de familias que han perdido la paz o a sus hijos a manos de la delincuencia.
Lamentablemente, el gobierno de López Obrador está usando todo el aparato del Estado mexicano para las próximas elecciones, pero no para brindar piso parejo y seguridad a todas las candidaturas. La vida e integridad de quienes aspiran a un cargo de elección popular debe ser garantizada por el Estado.