Una de las principales promesas de campaña del actual presidente de México licenciado Andrés Manuel López Obrador, fue acabar con la corrupción en el presente sexenio “como se barren las escaleras”, es decir, de arriba para abajo.
Destaco que el monstruo de la corrupción está presente en todas las economías del mundo, desde los países en desarrollo hasta los más desarrollados. Lo anterior, implica que es un problema que aqueja a toda la sociedad y que forma parte de las agendas prioritarias de los gobiernos.
En este sentido, el Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial, así como el Tribunal Federal de Justica Administrativa hemos venido trabajando de manera prioritaria, en el ámbito de nuestras competencias, para que el problema de la corrupción conforme pasa el tiempo vaya disminuyendo, de ahí que considero que los índices de corrupción en nuestro país están a la baja.
Sin embargo, enfatizo que los resultados pueden ser mejores, pero vamos en el camino correcto para alcanzar esa meta, sin duda no es un tema sencillo por lo arraigado del problema, que tiene su origen y desarrollo en muchas décadas hacia atrás.
Es importante señalar que la corrupción, particularmente acabar con ella, es un tema que atañe tanto a los funcionarios públicos de los tres poderes, de los órganos autónomos (federal y estatal), de los tres niveles de gobierno, así como a la sociedad en su conjunto, puesto que todos debemos ser partícipes para su inexistencia.
En efecto, la erradicación total y de raíz debe comenzar por educar a las presentes generaciones y a las futuras de la cultura de la “no corrupción”, así como de la mayor transparencia en todos los niveles de la administración, es decir, el no ser corruptos se debe volver parte de nuestra vida cotidiana.