Feminicidios infantil a la orden del día

Los pobladores lincharon a una mujer que era la principal sospechosa del secuestro y asesinato de Camila Gómez.
Ilustración.

Camila tenía ocho años, salió a casa de su vecina a jugar, jamás regresó. Encontraron su cuerpo sin vida con signos de violencia, tortura y estrangulamiento.

Fátima tenía cinco años, fue a la escuela, fue secuestrada mientras esperaba a su mamá. Le pintaron las uñas, le pusieron un vestido y la señora que se la llevó se la entregó a su esposo. Su cuerpo tenía huellas de abuso sexual y de tortura.

Victoria Guadalupe tenía seis años, salió a la tienda y no regresó. Murió por asfixia, estrangulamiento y lesiones de carácter sexual.

Monserrat tenía siete años, fue a ver a su tío y tampoco regresó. Su cuerpo fue encontrado con visibles huellas de violencia.

Daniela tenía siete años y fue asesinada a golpes por sus familiares. Y Milagros tenía apenas dos añitos y su mamá se la dejó encargada a su pareja, que abusó sexualmente de ella hasta matarla.

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Estos feminicidios ocurrieron en el país. No hay un solo estado de la República que pueda levantar la mano y decir: “aquí no han sucedido feminicidios”.

Hay familias que se convierten en un horror, en un infierno, hay hogares en donde el amor y protección no existen. En donde los principales agresores son familiares.

Los feminicidios ocurren donde más protegidas debiesen estar las niñas y adolescentes, y sin embargo, es en donde encuentran la muerte.

En nuestro país siete niñas, niños y adolescentes son víctimas de homicidios cada día. Durante este sexenio han sido asesinadas cerca de mil 400 niñas, casi 23 por mes.

Hemos dicho en el Senado que las niñas y los niños no tienen partido, tienen derecho a ser felices, a vivir sin miedo. No podemos seguir horrorizándonos por los crímenes cometidos en su contra. Algo muy mal está sucediendo y tenemos que responder frente a ello.

Las familias no pueden ser centro de muerte, ni el crimen organizado puede tener como blanco a las niñas y a los niños para seguir acabando con su vida. Ni tampoco se deben normalizar los feminicidios de niñas y adolescentes.

Hemos fallado, en plural, y en plural tenemos que corregir. Sobre todo los adultos.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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