“Deberíamos cerrar las fronteras y deportar a todos los extranjeros”. “El matrimonio entre personas del mismo sexo destruirá la sociedad”. “Los hombres que se hacen pasar por mujeres están enfermos”. “Que los mantenga el gobierno, yo ya no les voy a dar propina”.
Todas son frases difundidas en algún momento en redes sociales y representativas de discursos de odio, promotores de violencia, discriminación y con riesgo de graves consecuencias.
No es un tema menor ni un trending topic a expirar conforme disminuyen las interacciones. La narrativa de la aversión a personas o situaciones puede generar afectaciones a la salud mental, agresiones físicas, división social, deshumanización, restricción de la libertad de expresión, exclusión, erosión de la democracia y, en algunos casos, ideación suicida de las y los afectados.
Este 18 de junio se conmemora el Día Internacional para Contrarrestar el Discurso del Odio, una fecha dedicada a la concienciación y acción contra el creciente problema especialmente en las redes.
De acuerdo con la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), el 70 por ciento de las y los jóvenes han encontrado algún tipo de discurso de odio en línea, y un estudio de la Universidad de Stanford reveló que las personas expuestas a estos mensajes tienen 20 por ciento más probabilidades de experimentar problemas de salud mental.
La erradicación de estos discursos es esencial para promover una cultura de paz, respeto y derechos humanos.
Ante este tipo de narrativas, lo fundamental es no alimentarlas con comentarios ni compartirlas. Los algoritmos en las redes suelen dar mayor visibilidad a los contenidos con más interacciones.
Enfrentar los discursos de odio, como lo ha dicho la ONU, no significa limitar la libertad de expresión —argumento empleado por los promotores de este tipo de mensajes—, sino impedir su derivación en situaciones peligrosas y fatales.