Opinión

Un teléfono menos inteligente ¿para rescatar tu inteligencia?

Diderot se encontró con un guardarropa y un estudio renovados, pero también con una serie de deudas que lo llevaron a escribir el ensayo

Para leer con: “The Passenger” de Siouxsie and the Banshees

El filósofo Denis Diderot experimentó una espiral de consumo desencadenada por la adquisición de un solo objeto: una bata de estar escarlata.

Esta bata era mucho más elegante y sofisticada que el resto de sus posesiones y, al usarla, Diderot notó que todas sus demás pertenencias lucían anacrónicas y desaliñadas en comparación. Esto lo llevó a reemplazar su ropa, objetos personales y hasta sus muebles para que coincidieran con la calidad de la bata.

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Al final, Diderot se encontró con un guardarropa y un estudio renovados, pero también con una serie de deudas que lo llevaron a escribir el ensayo “Arrepentimiento sobre mi vieja bata”.

Tal efecto de compulsividad y ceguera del entorno fue nombrada como “Efecto Diderot”, el cual ilustra cómo una acción puede desencadenar una serie de eventos innecesarios.

Uno de los ejemplos que más a la mano tenemos y durante todo el día, es el teléfono móvil. No es necesario hablar de la colección de ansiedades que genera este aparato, de la búsqueda de identidad a través de un objeto, de los cada vez más cortos ciclos de actualización del teléfono, de las tácticas de obsolescencia programada en beneficio de los fabricantes o de la serie de perjuicios que cada vez son más evidentes en la salud física y mental por tratar de hacer nuestro, algo que simplemente no lo es.

De manera discreta —y a manera de contrafuerza— surge el llamado Light Phone 3 (thelightphone.com), una alternativa que brilla como propuesta y bandera ante las preocupaciones de privacidad, alienación y dependencia que tenemos con el teléfono.


El dispositivo que promete ser más tonto, feo y limitado que el resto dice contar con las funciones necesarias de un dispositivo móvil: teléfono, calendario, mapas, música y notas. Punto. Lo que nos estamos diciendo —a manera de subtítulos— es que resulta muy fácil engañarnos y ciegamente seguir el hilo de vendedores de espejos.

Entre las apps de la pantalla tal vez haya notas de voz, notas o programas con podcasts que cuestionan la vanidad digital como medida de los tiempos, pero parece que ahí, escondidas, se encuentran a salvo. ¿Es un nuevo teléfono, la solución a la creciente dependencia tecnológica?

La respuesta es triste y felizmente no. Solo faltaría dictarle a ChatGPT que elabore por nosotros una rutina de pensamiento y la disciplina necesaria para comprender que esta dependencia es autodestructiva y actuar en consecuencia.

Como sea, el Light Phone 3 tiene la valentía de remar a contracorriente. Por sí mismo es un regaño a la especie y la desmitificación de los beneficios de la hiperconectividad. Tangibiliza lo que sabíamos, pero que no tocábamos: vivimos permanentemente distraídos, nos entrenamos en fragmentar la atención, adoptamos patrones superficiales y nos sobrecargamos de información inútil.

La pregunta ontológica acerca de cómo te relacionas con el mundo ahora es “¿cómo te relacionas con la tecnología?” para funcionalmente intentar ver los eslabones de las cadenas que alegremente nos hemos autoimpuesto.

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