Opinión

Itinerante: repetición y diferencia

Columna de opinión Camilo E. Ramírez Garza, psicoanalista, traductor y profesor universitario

Repetición y diferencia, un binomio que atraviesa toda nuestra vida. Repetición y diferencia, dos caras de la misma moneda, interdependientes y también necesarias. Saber situarse ante ellas, hará la distinción entre poder experimentar la libertad o la prisión de lo mismo.

Mientras que la repetición nos indica que en algún momento de la vida se ha producido un aprendizaje, el cual, bajo ciertas condiciones, se activa; la diferencia, por su parte, señala que algo desea ser reinventado y que los horizontes conocidos buscan lo nuevo, la diferencia, pasar de la repetición a la exploración creativa. Donde lo nuevo no sólo es algo en oposición a lo viejo, a lo ya conocido, sino un pliegue interno en la ya conocido, por ejemplo, lo no visto en lo que siempre se ve.

La repetición es la activación de un aprendizaje, un circuito de ideas, acciones, marcadores somáticos…un procedimiento que se pone en funcionamiento casi de manera automática, pero que, en algún momento de la vida, pudo haber sido algo nuevo y diferente, desarticulado en acciones e ideas y que, poco a poco –por economía mental y física, digamos—logró automatizarse, hasta lograr una simplificación tal que, dado el momento, se activa y pone en funcionamiento, repitiéndose una y otra vez. Dicho esquema automatizado, sea físico o mental, permite enfrentar y resolver problemas de la vida diaria, desde situaciones simples y concretas hasta problemas complejos y abstractos, generándose con ello una cierta adaptación y también placer. Pero, por otro lado, la repetición, por paradójico que parezca, también se puede vincular con el exceso, el riesgo y la destrucción, tocar los límites de la vida y la seguridad, repetir lo que hace daño, lo que destruye. “Vamos viviendo la muerte y muriendo la vida” (Heidegger) más allá del cuidado y el placer que requieren regulación y mesura.

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Como lo planteó Sigmund Freud la repetición apunta a un horizonte de destrucción que ofrece un contexto de desajuste y satisfacción paradójica para el ser humano, ya que le otorga una sensación de vida y libertad, precisamente en la proximidad con la pérdida y la muerte, retornando a lo inanimado, antesala de todo lo vivo.

La diferencia irrumpe como continuación necesaria de un proceso de repetición que ha llegado a su fin, y demanda algo nuevo. La repetición, si bien ha servido en el pasado y puede que hasta en el presente todavía conserve alguna utilidad, su activación comienza a sentirse vacía, pesada, pues ya no logra “leer” ni amplificar las circunstancias nuevas, efecto de la desidentificación con lo que otrora la persona sintiera fundamental en su persona y vida; todo está próximo a caducar, final que abrirá la posibilidad de su transformación a través de la diferencia, corte que divide el tiempo en un antes y un después.

Lograr reconocerse en lo nuevo, vía el deseo singular, permite la pérdida de la repetición y la construcción de un horizonte nuevo, de lo contrario la nostalgia y el miedo reforzará aún más la repetición, como una forma de negar anticipadamente el luto de la pérdida de un referente. Por otro lado, diversas experiencias nos reposicionan hacia el camino de la diferencia, como son la tristeza, el aburrimiento, el vacío, el deseo por el cambio en todos los contextos, las ciencias y las tecnologías, como la inconformidad y la protesta, la lucha por algo mejor, guardan una relación a través del deseo por la diferencia: explorar otros contextos, habitar nuevos espacios, que no sólo es cuestión de supervivencia, sino de lujo de placer y alegría, en su sentido más amplio, singular y no estandarizado, es decir, lo mismo para todos.

No existen fórmulas fijas y estandarizadas para la vida y la felicidad, su esencia es vacía y ningún algoritmo puede emular o predecir su siguiente movimiento. Por ello, repetir una y otra vez lo que alguna vez funcionó no garantiza ni la efectividad ni la diversión. La felicidad, la diversión y la risa —como el amor mismo— se hacen presentes a través de la sorpresa, no responden a la lógica del mérito o esfuerzo, sino a la disposición que requieren la apertura, el misterio y la magia.


*El autor es psicoanalista, traductor y profesor universitario. Instagram: @camilo_e_ramirez

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