Para leer con: “Ni Hablar”, de Andrés Calamaro
Centralización del poder. Solemne rito previo al sacrificio del ser por algo más grande que sí mismo. Acumulación de un agente que embriaga y enloquece, haciendo palidecer o desaparecer a secretarios de estado y a cualquier rol diseñado para guiar a la administración pública.
Autoritarismo. Único bien que mantiene al remedo de rey en su trono. Ejercicio de control a través de terceros, uso del miedo, la represión y la eliminación de la oposición como autopista para consagrar su visión.
Promesas ridículas. Método por medio del cual se esboza y lanza una narrativa diseñada para que la gente empatice, con verborrea, ejemplos y promesas fuera de cualquier campo semántico de un jefe de estado.
Discursos triunfalistas. Medio para hacer perder el tiempo, castigar al público serio y entretener al vulgo. Historias idílicas que por absurdas y sorpresivas, despistan y dejan sin habla y sin respuesta.
Coqueteo religioso. Retador acercamiento con figuras divinas, ya sea por estrategia para convencer al pueblo de su necesidad de perpetuarse en el poder, o porque, definitivamente, el dictador enloqueció.
Injerencismo. Excusa que pone un aspirante a dictador para proteger a otro dictador.
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Ley. Ente a modo que el club en el poder maneja a conveniencia para lograr sus cometidos de saquear al pueblo con la careta de honestidad y humildad.
Dádivas. Premios extraídos del erario público y repartidos a nombre personal como en feria de pueblo para que recuerden la bondad a la hora de tachar una boleta.
Hostigamiento y descalificación. Muestra de la clase de líder en el trono. Herramientas para perpetuar la imagen y aparente aprobación del dictador, teniendo un pueblo fracturado.
Propaganda y control de medios. Espejo imaginario para que el emperador pregunte mañana lo perfecto que va el país. Uso intensivo de los canales más adecuados para controlar la narrativa y manipular la opinión pública. Compra de versiones noticiosas, censura inobjetable y persecución de periodistas críticos como deporte y muestra a quien pretenda dudar.
Intolerancia al disenso. Berrinche en múltiples formas porque no se hace la voluntad del dictador en funciones. Imposible pensar diferente, mucho menos aceptar una visión crítica.
Culto a la personalidad. Constante construcción de una imagen exaltada —casi divina— del dictador, asegurando que en la superficie parezca sencillo y humilde, cercano y tierno.
Rechazo a la democracia. Desprecio por los procesos democráticos y las instituciones que representan la voluntad del pueblo, aunque su dicho sea lo contrario.
Espionaje. Creación de un aparato que supervisa a la población con el fin único de controlarla.
Manipulación de elecciones. En tiempo electoral, injerencia velada o burda para asegurar la victoria del dictador o de su movimiento a toda costa, sea con dichos floridos, verborrea en discursos o incumplimiento de la ley para cargar los dados sin que una autoridad se atreva a levantar la mano.
Ideología. Estructura de gobierno más importante que cualquier otra estrategia por tratarse del ingrediente activo de la propagación de una doctrina ciega —usualmente anacrónica— y marcada por contradicciones, pero al fin práctica para ganar adeptos y elecciones.
Represión de la disidencia. Acoso —en cualquier modalidad— a los opositores para advertir lo que sucederá si se pasan de la línea. Uso de la fuerza y la intimidación para silenciar a los críticos y opositores.
Nepotismo y corrupción. Útil fórmula para extraer recursos del erario y saber que basta su palabra, para que el dictador convenza al pueblo de que cualquier acusación documentada es falsa.
Militarismo. Contratación de las fuerzas armadas para asegurar posiciones a cambio de prebendas y poder al que nunca hubieran aspirado. Introducción militar a tareas que no le competen a cambio de la garantía del control de la población.
Constitución. Dolencia de quien no tiene llenadera de poder, curable solo con la descomposición de la división de poderes y la manipulación del orden republicano.
Nacionalismo. Promoción de una narrativa exagerada y radical que ayuda a excluir con el fin estratégico de obtener lealtades incondicionales.
Promesas. Justificación del gobierno autoritario de realidades alternas mientras temas elementales de estabilidad y seguridad visiblemente desmienten al dictador.
Control educativo. Manipulación del sistema de educación para divulgar la grandeza del dictador y de su ideología para adoctrinar a la población y perpetuar su legado.
Transparencia: Insulto a la investidura, suposición y lunática exigencia de los opositores para pretender desestabilizar al dictador.
Lealtad. Nuevo sistema interno por medio del cual se premia y castiga a quien obedezca y siga la máxima de “la lealtad al líder es más importante que la lealtad a las instituciones o a la ley”.