En los años 60, Alvin Toffler acuñó el término “choque de futuro” para describir la desorientación causada por el rápido cambio tecnológico y social. Desconozco si las aseguradoras y sus agentes lograron un acuerdo o si cada quien correrá con su golpe, pero esta arena de impactos se ha sofisticado con agilidad. ¿A quién no le inquieta el futuro y sus constantes e inciertas demandas?
Con todo, se puede y se vale relajar la ansiedad. Uno de los antídotos lleva por nombre “liquidez mental” y es la capacidad con la que uno se adapta ágilmente y logra pensar por encima de las limitaciones aparentes.
Esta flexibilidad cognitiva implica la adopción de nuevos modelos mentales, cosa que de por sí, es ya plausible porque traerá cuestionamientos de creencias arraigadas y un consecuente desafío al ego.
Einstein y su liquidez
Albert Einstein era un enamorado de la física clásica. Si hubiera podido hacerla presidenta, él habría fundado el movimiento. Cuando inicialmente se le presentaron los preceptos de la teoría cuántica, simplemente la rechazó. En ese momento consideró el planteamiento como absolutamente inviable.
Pasado un tiempo —y a pesar de su reticencia inicial— reconoció la validez de esta teoría, luego de valorarla desde otra perspectiva a la que estaba acostumbrado. En su genialidad había espacio para la amplitud y la flexibilidad.
Un ejemplo de la vida cotidiana
Para clarificar esta propuesta, podemos imaginar a una profesora de primaria que planificó durante varios días, una lección al aire libre sobre la naturaleza. De pronto, y 10 minutos antes de su clase, comienza a llover fuertemente. En lugar de cancelar la lección, sentirse frustrada, o abrumada, encuentra en los nuevos elementos ambientales, nuevas plataformas de utilidad con su propósito y así mostrar flexibilidad cognitiva al:
Adaptar ágilmente su plan de clase para realizarla dentro del aula
Usar la lluvia como ejemplo vivo enseñanza, quizás cambiando el enfoque a temas como el ciclo del agua o los patrones climáticos
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Incorporar actividades interactivas relacionadas con la lluvia, como escuchar con atención plena los sonidos u observar los patrones de la caída del agua por las ventanas
Cuestionar a sus alumnos acerca del por qué llueve y qué efectos tendrían sus familias si, de pronto, dejara de llover en el planeta
Considerar cómo esta inesperada situación puede relacionarse con otros temas del plan de estudios
Intentar salir a sentir la lluvia sobre el rostro sin temor y dando la bienvenida a una práctica de conexión natural que también cambie la perspectiva de temor a la lluvia a los alumnos
Navegar incertidumbres
Hoy, la certeza parece más atractiva que la verdad: quien se aferra a sus creencias sin cuestionarlas reduce perspectiva en detrimento de la capacidad de visión. Aquí es donde la liquidez mental se vuelve útil para navegar la incertidumbre y aprovechar oportunidades emergentes.
Se trata, en una idea, de cuestionar el sistema de creencias personales empezando por reconocer que tal sistema es uno subjetivo y con un largo listado de limitaciones.
En el origen, todos buscamos estabilidad pretendiendo retar las condiciones cambiantes de la naturaleza con entretenidas ilusiones de control. Y así nos va. Ya que hay dos o tres lecciones acomodadas (no necesariamente aprendidas), se respetan las fuerzas de cambio con la diplomacia del entendimiento de la impermanencia y la interdependencia.
O por lo menos, con el suficiente espacio mental para dejar de necear al saber que las convicciones más fuertes podrían ser las más equivocadas.