¿Cuántas cosas seguimos cargando que no nos hacen bien? ¿Cuántas ideas y creencias fijas que nos separan de los demás de maneras muy negativas? ¿Cuántas ideas ajenas que nos impiden crecer y sentirnos libres para ser lo que somos? Si la vida ya trae sus propios retos y nosotros le ponemos aún más peso a nuestro viaje, las cosas se ponen complicadas.
Viajar ligero en la vida no sólo se refiere al equipaje físico, sino también al emocional y mental. Aligerar nuestro andar implica desprendernos de lo que no necesitamos, de las cargas que hemos acumulado sin darnos cuenta. Esto incluye rencores, expectativas poco realistas y apegos que, en lugar de enriquecernos, nos mantienen anclados al pasado o a temores futuros.
Viajar ligero es un acto de liberación. Reflexionar sobre el valor de soltar, por ejemplo, nos permite ver que no todo lo que cargamos es necesario o benéfico, incluidas ideas, amistades, relaciones, hábitos y actitudes. Todo va cambiando y nosotros vamos cambiando, y para aligerar el viaje tenemos que hacer las adaptaciones y ajustes necesarios a quienes somos en el presente. Para viajar ligeros, también es importante soltar la necesidad de controlar el futuro o de mantener resentimientos para poder enfocarnos en el hoy, vivir con mayor paz y disfrutar los momentos que se nos presentan con toda nuestra conciencia e intensidad.
Y como clave fundamental, a decir de prácticamente todas las enseñanzas espirituales, está la aceptación, que nos libera de cargas emocionales. Aceptar que no podemos cambiar lo que ya pasó o controlar lo que aún no sucede nos ayuda a dejar de lado preocupaciones innecesarias. Aceptar no es conformismo sino todo lo contrario, pues aceptar es comprender lo que sí tenemos en este momento para poder continuar, y dejar de lado las fantasías o los fantasmas. Al viajar ligero, nos volvemos más flexibles y abiertos, lo cual nos facilita adaptarnos a los cambios, y a vivir con mayor gratitud y serenidad.
Finalmente, para viajar ligeros por la vida, es vital aprender a perdonar, tanto a uno mismo como a los demás. Al perdonar, dejamos ir el peso de las heridas y nos liberamos del ciclo de dolor. Esta decisión no sólo es un acto hacia otros, sino una forma de autocuidado y autorrespeto, ya que nos damos permiso para seguir adelante sin cargas innecesarias, lo que nos brinda un mayor bienestar emocional. Es muy importante saber que viajar ligero es un acto intencional, y es una elección continua. A veces requiere de mucho valor soltar lo que ya no nos sirve, pero es la clave para avanzar con mayor ligereza y plenitud en la vida.
A decir de muchos sabios espirituales, nuestro ser desde otro nivel configuró este campo de juego como nuestra realidad para venir a aprender a realizar nuestra maestría, aprender el juego, y descubrir quiénes somos en realidad. Viajar ligero es reconocer que se trata de un viaje corto, profundamente intenso, lleno de emociones, sensaciones, lleno de todo y de tanto, que nos permite experimentar momento a momento todo aquello que venimos a vivir y aprender. Viajar ligero es recordar continuamente que es tan sólo un breve tiempo, que nada es para siempre, y que siempre tengamos espacio en el corazón para poder amar y agradecer absolutamente todo y a todos.