Opinión

Pirotecnia silenciosa

El bienestar de los seres sintientes se ha convertido en un factor central de una ciudadanía cada vez más cercana a los lomitos

La tendencia hacia un trato humanizado y cuidadoso con los animales de compañía es generalizada y en algunos casos lleva a un hipercuidado, en el cual su salud es prioritaria.

Detrás de las celebraciones aparentemente inofensivas, con juegos pirotécnicos, hay quienes sufren en silencio.

Los perros, con su agudo sentido auditivo y sensibilidad emocional, son algunas de las “víctimas” de los cohetes. Mientras para los humanos es diversión, para los animales de compañía son ruidos insoportables de los cuales no pueden escapar.

El bienestar de los seres sintientes se ha convertido en un factor central de una ciudadanía cada vez más cercana a los lomitos.

La tendencia hacia un trato humanizado y cuidadoso con los animales de compañía es generalizada y en algunos casos lleva a un hipercuidado, en el cual su salud es prioritaria. Incluso se ha expresado en redes sociales con hastag como #NoALaPirotecnia o campañas desde la Secretaría de Seguridad Ciudadana.

El miedo es una conducta adaptativa para la sobrevivencia de los animales. Por lo tanto, se puede considerar normal el temor ante explosiones repetidas, pues además los canes tienen un sentido del oído más agudo.

Pueden escuchar frecuencias entre 40 y 60 kHz, mientras los humanos solo alcanzamos 20 kHz. Por ello, los ruidos fuertes, como las explosiones de fuegos artificiales, los afectan de manera más intensa y dolorosa.

Para un perro, los estallidos repentinos pueden generar temor, ansiedad y crisis nerviosas. Este estrés se manifiesta en conductas destructivas, intentos de fuga, temblores, ladridos incontrolables o problemas cardíacos.

Desde hace unos diez años, ciudades como Collecchio y Turín, en Italia; Girona y Valladolid, en España; Bruselas, Bélgica, o Banff, Canadá, han empleado los fuegos artificiales silenciosos para mantener el espectáculo visual sin el estruendo.

La transición hacia este tipo de pirotecnia y una mayor cultura cívica —incluso por los daños ambientales generados— puede marcar la diferencia para quienes solo pueden ladrar.

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