La soledad es una asesina silenciosa. El riesgo de mortalidad aumenta para quienes se sienten solos, un poco más en aquellos que experimentan aislamiento social, pero es alarmante en quienes viven en soledad.
Se ha convertido en un problema de salud pública, afectando profundamente el bienestar emocional y físico, sobre todo del adulto mayor.
En occidente envejecer es algo discapacitante, apartamos a esta población porque necesita de cuidados y ya no rinde. No produce y cada vez llega más enferma.
La vorágine de la vida cotidiana ha generado que en las familias todos salgan a trabajar, y no hay quien se quede a cuidar ni a los enfermos, ni a los ancianos. Esta tarea estuvo a cargo de las mujeres cuando los roles sociales las colocaban al cuidado de la casa. Cuando el valor de ese cuidado tenía un sentido comunitario.
La modernidad ha ido borrando los tiempos de estar juntos con nuestras familias, las jornadas de trabajo agotadoras, incluso nos han separado de la cocina, llevándonos a comer en la calle comida rápida, parados en apenas unos minutos, desapareciendo la convivencia.
En la CDMX, un porcentaje considerable de los adultos mayores sufren abandono, y una parte importante de ellos vive en soledad.
En muchas sociedades, sobre todo, en oriente los valores culturales que enfatizan el respeto y la reverencia hacia los ancianos como depositarios de sabiduría y experiencia, les da un valor invaluable que permite que cuidarlos no sea un lastre.
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El confucianismo y el budismo promueven la armonía intergeneracional y la integración de los mayores en la familia y la comunidad.
En muchas de estas sociedades, las estructuras familiares extendidas donde los ancianos son cuidados por sus hijos y nietos mantienen un rol central en la vida familiar.
Las percepciones de la vejez como una etapa de serenidad, reflexión y espiritualidad, es sin duda, algo que ayuda a que no se perciba como una carga que lleve al olvido y la exclusión de esta creciente población.
Pero las nuevas generaciones no quieren tener hijos y la problemática se acrecienta. Vivimos más y la población adulta es cada vez más grande. Sin darnos, cuenta hemos creado un embudo que nos deshumaniza.
Todos, si no morimos antes, pasaremos por esta etapa. ¿Cómo queremos vivirla?
Para abordar esta problemática, es crucial fomentar espacios de interacción social, y actividades que promuevan el bienestar emocional.
Fortalecer los lazos familiares y las redes de apoyo, generar más y mejores Instituciones para que puedan ofrecer programas que busquen integrar a los adultos mayores en actividades culturales y recreativas, así como atención psicológica y gerontológica.
Promover un envejecimiento saludable, implica no solo cuidar de la salud física, sino también brindar compañía y atención, esto es un derecho.
¿Será que esto no genera dinero, sino un costo? ¿Será que nuestros sesgos cognitivos
nublan nuestra mirada de futuro, y no pensamos que algún día llegaremos a esa etapa?
Es fundamental que la sociedad reconozca la importancia de atender la soledad de los adultos mayores, no sólo como un problema individual, sino como un desafío colectivo que requiere intervención y apoyo. La creación de políticas públicas que fomenten la inclusión y el acompañamiento social es vital, para mejorar la calidad de vida de este sector de la población.
En última instancia, todos debemos asumir la responsabilidad de cuidar a nuestros mayores, asegurando que se sientan valorados y conectados con su entorno.
¿Tú, has pensado cómo será tu vejez, cómo quieres vivirla?
Todo lo que hagas hoy para construir esa etapa, ayudará a que cuando te toque a ti, ese sea un tiempo de regalar sabiduría, de estar lo más sano posible y acompañado por nuestros seres queridos.
¡TU IMPORTAS! Y en C7 Salud Mental, estamos para escucharte y atenderte.
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