Opinión

El desdén diplomático a España

Columna de Gabriella Morales-Casas

“Somos un país republicano, ¿para qué queremos a un rey medieval aquí?”, comentó un usuario en redes sociales, seguido de otros comentarios igualmente incendiarios: “No los quieren ni en España”.

En México somos una República soberana, pero otros países son Monarquías Constitucionales, igualmente soberanas, y merecen respeto diplomático. Felipe VI es el jefe de Estado de España, y Pedro Sánchez es su presidente. Son una dupla inseparable, y no invitar a uno de ellos a una toma de posesión presidencial es como invitar a un cónyuge a una boda y excluir al otro; es peor que poner en una invitación “sin niños”.

¿Por qué es tan relevante este desaire que acusa el gobierno español? Es sencillo: porque España es nuestra quinta economía más importante fuera de Europa y la primera en Latinoamérica. De igual manera, para nosotros, España es nuestra sexta economía más relevante después de Estados Unidos, Canadá, China, Japón y Alemania, y la segunda en Europa. Además, nos unen lazos culturales e históricos que han sido fundamentales en la construcción de nuestra identidad.

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Lo explico en detalle:

Según la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, nuestros principales aliados comerciales, después de Estados Unidos, son Canadá, China y Alemania. Sin embargo, para el Ministerio de Economía y Comercio de España, México es su principal socio en Latinoamérica y la puerta de entrada a la región. Representamos el quinto mercado más relevante para la península fuera de Europa. A su vez, España es el quinto mercado de exportación más importante para México a nivel mundial (hasta 2021, Japón ocupaba la posición que hoy ostenta China).

España es el segundo mayor inversor en México, tanto por volumen (80,651 millones de dólares entre 1999 y septiembre de 2022, según la Secretaría de Economía, lo que equivale al 12% del total), como por número de empresas presentes en el país (unas 7,000)”, señala la documentación oficial del Ministerio español.

En 2023, una delegación mexicana se reunió con la titular de Comercio de España, Xiana Méndez, para modernizar el Acuerdo Global entre México y la Unión Europea (UE), vigente desde el 2000. Sin embargo, no se alcanzó un acuerdo. “Aún queda un largo camino por recorrer”, comentó Méndez. ¿Y la Cheyenne, apá? Eso sigue siendo un misterio…


Podría dedicar el resto del espacio a las múltiples acciones educativas, ambientales y científicas que España lleva a cabo en México, o a los programas que benefician a mexicanos que estudian o trabajan allá. Sin embargo, basta con señalar que la relación bilateral no es solo comercial, sino también social, y es de gran relevancia para ambos países.

España, al igual que México, atraviesa un periodo de polarización. Aquí es necesario detenerse, ya que Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, no es precisamente un monárquico convencido (su coalición con el partido de izquierda Podemos es un ejemplo claro). Sánchez ha tenido sus propios desencuentros con la Casa Real, lo que podría explicar la tensión.

El problema estalló cuando el diario El País filtró que el rey Felipe VI no fue invitado a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, lo que provocó que el gobierno español rechazara la invitación de manera oficial. ¿Habría venido Sánchez si la noticia no se hubiera filtrado a los medios?

Le guste o no a Sánchez, y le guste o no a México o a la 4T, Felipe VI es el jefe de Estado de España. Despreciar al monarca es como si Sánchez menospreciara a AMLO o a Sheinbaum. Se trata de una falta de estrategia diplomática y hasta de etiqueta, ya que en la diplomacia el protocolo lo es todo, especialmente en monarquías. Las familias reales, además, cumplen con el rol de embajadores y diplomáticos del más alto nivel.

Otro de los argumentos que se esgrimen es que López Obrador no ha recibido respuesta a su solicitud de que el rey de España reconozca públicamente los agravios de la Conquista. Primero: El argumento de AMLO no es del todo desacertado, ya que en Europa, países como el Reino Unido y los Países Bajos, ambos monarquías, han enfrentado solicitudes similares de excolonias. Mientras que el Reino Unido ha ofrecido disculpas, España no ha seguido ese camino. Segundo: Juan Carlos I, el predecesor de Felipe VI, ya se refirió al tema en 1992. Si bien no admitió las atrocidades de la Conquista, sugirió “admirar, reconocer y entender los valores indígenas”, nada menos que en Oaxaca de Juárez.

Sin embargo, hay un factor diferenciador en el caso de México con España: a diferencia de otros eximperios, la relación entre ambos países es cercana y simbiótica en términos comerciales y sociales.


¿Debe Felipe VI responsabilizarse de la conquista? No, eso forma parte de nuestra historia compartida. ¿Podría reconocer la brutalidad de ese periodo, como lo han hecho otros eximperialistas? Sí, si lo considera necesario. Es una decisión que corresponde a su gobierno. Pero de ahí a que España nos deba algo en la actualidad, absolutamente no. Cualquier deuda histórica se ha saldado con las relaciones diplomáticas, bilaterales y culturales que mantenemos desde el siglo XIX, cuando España reconoció finalmente nuestra independencia.

Como especialista en monarquías europeas y corresponsal en Reino Unido, lo que he observado es que México ya no tiene el mismo peso que antes en el contexto latinoamericano. Países como Colombia ahora destacan más en términos de relevancia cultural y económica. Y si las cosas no pintan bien para México en Estados Unidos, sería terrible que una falta diplomática como esta terminara afectando nuestra relación con España, nuestra puerta de entrada a Europa.

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