¡Por fin termina el desastroso gobierno de López Obrador! Qué bendición que esta pesadilla ya se haya acabado. No lo vamos a extrañar, pues lo único que hizo fue polarizar, dividir y generar odio y violencia en nuestro país. Lo que prometió como una “transformación profunda” ha resultado, según los hechos, ser una devastación sistemática de México. A pesar de la retórica populista y los discursos esperanzadores, nos encontramos inmersos en una espiral de inseguridad, corrupción y colapsos en sectores clave como la salud y la educación.
Con el cinismo que lo caracteriza y su nulo respeto por las leyes y la Constitución, en menos de un mes, de manera totalmente ilegítima y burda, militarizó al país y acabó con la División de Poderes, dando un golpe muy bajo al Poder Judicial Federal y a todos los mexicanos a través de una reforma que subordina al sistema judicial a intereses políticos, dañando la independencia de jueces, magistrados y ministros, y dejando la justicia en manos de manipulaciones y presiones externas.
La gestión de López Obrador será recordada por la incompetente estrategia de “abrazos, no balazos”, que solo sirvió para ceder el control del país a los cárteles. Como consecuencia de ese plan tan absurdo, el inquilino de Palacio tendrá que cargar en su conciencia con más de 200 mil muertos durante su sexenio.
Seguramente le da lo mismo. En 2023, México registró más de 30 mil 968 homicidios, una cifra que sigue una tendencia alarmante. Las comunidades se encuentran a merced de grupos criminales mientras el gobierno mira hacia otro lado, sin ningún interés en proteger a los ciudadanos.
El número de personas desaparecidas sigue creciendo sin control. Hasta septiembre de 2024, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas reporta más de 112 mil víctimas.
Mientras las familias buscan desesperadamente a sus seres queridos en fosas clandestinas, el gobierno ha resuelto muy pocos de los casos, consolidando a México como un paraíso de la impunidad y el desamparo judicial. Durante el sexenio que termina, cada hora, como mínimo, desaparece una persona.
La corrupción alcanzó niveles nunca antes vistos. A pesar de sus promesas de combatirla, López Obrador permitió que este cáncer continuara aniquilando al país. Proyectos insignia de su administración, como el Tren Maya y el Aeropuerto de Santa Lucía, son claros ejemplos de la deshonestidad institucionalizada, con contratos multimillonarios adjudicados sin licitación a empresas afines al gobierno. La “Cuarta Transformación” ha resultado ser, en la práctica, un pacto de opacidad y favoritismos.
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El desabasto de medicamentos, particularmente para niños con cáncer, ha sido una tragedia humanitaria. La falta de tratamientos ha costado vidas, y las constantes denuncias de padres desesperados no han hecho más que revelar la indiferencia y la incapacidad del gobierno para resolver este problema. Mientras tanto, la administración sigue minimizando la crisis con datos falsos.
El sector educativo también es un desastre total. Con más de 30 millones de estudiantes afectados por los rezagos, la falta de acceso a tecnología y la pésima capacitación docente, millones de niños y jóvenes han quedado excluidos de la educación durante largos períodos. El futuro del país, representado por estos jóvenes, está en riesgo, atrapado en un sistema fallido.
López Obrador prometió pacificar al país, pero al pactar con el crimen organizado, los cárteles se han consolidado como los auténticos dueños de casi todo México. Al tiempo…
DETALLES. Se va López Obrador dejándole a Sheinbaum un país en llamas, con el narcotráfico desatado y balaceras en Sinaloa que exhiben la incapacidad del Estado para restaurar el orden. Además, enfrentará a un Poder Judicial en abierta confrontación, con ministros, magistrados y jueces, protestando por las reformas que amenazan su independencia.
Para empeorar la situación, la deuda externa ha alcanzado niveles críticos, comprometiendo la estabilidad económica y limitando la capacidad de maniobra de la próxima administración.