En los momentos más oscuros, cuando parece que todo está en contra, es cuando tenemos que aferrarnos a la fibra interior de nuestro espíritu y es justamente cuando más podemos conocer y reconocer de qué estamos hechos.
Hay virtudes, cualidades y capacidades que nos permiten no sólo resistir, sino al mismo tiempo crear oportunidades. Estas características nos conectan con nuestro potencial interno y nos ayudan a convertir las dificultades tanto en propulsores de subida como en trampolines hacia el éxito.
Siempre es tiempo de hacer de estas características habilidades a aprender o a fortalecer, pues recordemos que nadie nace sabiendo. Por ejemplo, lo que se conoce ahora como resiliencia, es la capacidad de recuperarse frente a las adversidades.
Esta importantísima capacidad nos permite adaptarnos a las nuevas circunstancias y encontrar fuerza en medio del caos. Una persona resiliente no se derrumba ante las crisis, sino que las asimila como oportunidades para aprender y crecer.
Desarrollar esta virtud implica tener flexibilidad mental y emocional, lo cual es crucial para seguir adelante, incluso cuando las cosas no salen como planeamos. Pregúntese ¿qué tan resiliente es usted? El optimismo es otra cualidad que, especialmente cuando es realista, nos ayuda a mantener una actitud positiva sin perder de vista las dificultades.
No se trata de ignorar los problemas, sino de enfocarse en las soluciones. Un optimismo bien fundamentado nos motiva a buscar posibilidades ocultas en medio de los desafíos, ya que es por medio de un espíritu optimista que podemos creer firmemente que existe una salida o una mejora posible.
Ser personas creativas también es una herramienta muy poderosa en tiempos de crisis. Nos permite pensar fuera de lo convencional, o “fuera de la caja” y encontrar formas innovadoras de resolver problemas o generar nuevas y mejores oportunidades.
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La creatividad no sólo se aplica en el ámbito artístico, sino también en los negocios, en las finanzas y hasta en las relaciones interpersonales. Esta habilidad es tan importante que permite que en los momentos difíciles se puedan encontrar caminos no explorados y de esta manera nos posiciona con grandes ventajas competitivas.
Por supuesto, la confianza en uno mismo es vital para generar y para ser capaces de percibir oportunidades donde los demás ven puertas cerradas. Cuando creemos en nuestras propias capacidades, estamos más dispuestos a tomar riesgos calculados y a enfrentar lo desconocido sin miedos infundados a perder.
La autoconfianza es fundamental en momentos de incertidumbre, a tal grado que la falta de confianza puede paralizarnos por mucho tiempo, mientras que creer en nosotros mismos nos impulsa a actuar con determinación.
Finalmente, pero sin ser menos importante, la disciplina es clave para mantenerse enfocados y constantes, incluso cuando las circunstancias parecen desalentadoras o cuando tenemos bombardeos de información que nos desorientan.
Las personas disciplinadas logran avanzar con paso firme hacia sus metas. La disciplina, la constancia, la paciencia dinámica, son llaves mágicas para el logro de nuestros sueños. Estas virtudes y habilidades, entre muchas otras, no sólo nos ayudan a resistir bien sino que nos brindan las herramientas internas para avanzar en tiempos adversos o cuando se pensaría que lo único que queda es esperar.