La seguridad pública exige soluciones integrales e innovadoras, con la intervención de instituciones públicas y empresarios.
En los centros comerciales, la videovigilancia representa una herramienta para la disuasión delictiva que podría potencializar sus efectos con la conexión a redes de seguridad gubernamentales.
Un ecosistema de monitoreo capaz no solo de disuadir, sino de generar intervención en tiempo real, seguimiento a los actores delincuenciales y la oportunidad de detenerles.
Londres es por mucho la ciudad más videovigilada del mundo. Cuenta con una red de más de 500 mil cámaras distribuidas entre sistemas públicos y privados, muchos de ellos conectados para cubrir puntos estratégicos. Esta integración ha sido fundamental para reducir el crimen y mejorar la respuesta ante incidentes, además de proporcionar una base de datos visual que puede ser utilizada por policía y otros servicios de emergencia.
En Estados Unidos, ciudades como Nueva York y Chicago han implementado sistemas de videovigilancia avanzados que integran cámaras de tiendas, estaciones de transporte y espacios públicos. Medellín puede monitorear desde su central las cámaras de varios centros comerciales, lo que incrementa la percepción de seguridad y disminuye la incidencia delictiva.
La videovigilancia disuasiva puede reducir significativamente la probabilidad de delitos en lugares concurridos como centros comerciales. Cuando estos sistemas están integrados con redes de seguridad pública, los delincuentes se ven aún más intimidados, ante la probabilidad de identificación y atendido de las autoridades.
El Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5), con más de 80 mil cámaras en la Ciudad de México, es un factor central en la disminución de la incidencia delictiva y en la mejor percepción de la población.
Hay un modelo para profundizar la seguridad pública y privada.