Sin determinación política, estrategia clara respecto a la forma de enfrentar a la delincuencia, así como la ausencia o deficiencia de capacidades tecnológicas es difícil lograr avances significativos en seguridad.
Ya no se puede entender la construcción de la paz como un proceso simplemente policial. No es suficiente, e incluso tampoco posible, tener un policía en cada esquina, lo factible es fortalecer la participación de autoridades, ciudadanos y sectores empresariales para la formación de entornos seguros.
En esta noción se apoya el plan de seguridad presentado el viernes pasado por el alcalde en Álvaro Obregón, Javier López Casarín.
A la cercanía y entendimiento establecidos en poco más de un mes de funciones con áreas centrales como la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Fiscalía General de Justicia, encabezadas por Pablo Vázquez y Ulises Lara, así como con el C5, se agrega un factor ciudadano: la intervención de organismos como el Consejo Ciudadano de la Ciudad de México, representado por su secretaria ejecutiva, Clara Luz Álvarez, o la Asociación de Bancos de México y su presidente, Julio Carranza.
Hay interés común en profundizar los resultados de seguridad. Álvaro Obregón no es una de las alcaldías con las mayores tasas en incidencia delictiva de alto impacto, por el contrario, permanece debajo de la media, lo cual no es razón para creer que ya no hay nada por hacer.
Al presentar su Estrategia Integral de Seguridad 360, López Casarín reveló las condiciones deplorables en las cuales encontró el Centro de Monitoreo Base Plata de la demarcación: unas 3 mil 400 cámaras sin funcionar por falta de pago al proveedor, servidores obsoletos, incluso, por increíble que parezca, la captura de las incidencias todavía a mano.
El proyecto apuesta a la tecnología, la conexión de sistemas de videovigilancia, el uso de drones en zonas de difícil acceso o arcos con lectura de placas para detectar vehículos con reporte de robo.
La participación ciudadana y la voluntad política serán centrales.