La participación de nuestra presidenta Claudia Sheinbaum en la Cumbre del G20 en Río de Janeiro fue un acto de liderazgo político y un verdadero orgullo para todas y todos los mexicanos. En un mundo marcado por el aumento del gasto militar y las crisis sociales y ambientales, nuestra presidenta nos representó de una manera única, con una visión de paz, justicia y solidaridad global, que pone a la vida y el bienestar de las personas por encima de los intereses bélicos.
Su intervención fue un recordatorio de que, más que nunca, es urgente cambiar las prioridades globales y poner los recursos al servicio de la humanidad y del planeta. En su intervención, nuestra presidenta propuso una solución audaz: destinar el 1% del gasto militar mundial —24,000 millones de dólares— a un programa de reforestación masivo, con el objetivo de mitigar el cambio climático y generar empleo en las comunidades más vulnerables.
Esta propuesta, que ya tiene un precedente exitoso en México con el programa Sembrando Vida, refleja un compromiso ambiental y una visión de desarrollo integral que combate tanto la pobreza como el deterioro de nuestro planeta.
Es un llamado a cambiar la lógica de la guerra por la lógica de la vida, a invertir en un futuro donde la cooperación y la regeneración ecológica sean las principales herramientas para combatir las desigualdades y las crisis globales.
Es un honor tener a Claudia Sheinbaum como presidenta, quien con valentía y claridad nos representa ante el mundo. Ella tanto nos representa en los foros internacionales, como nos inspira a repensar las formas en que podemos contribuir a la construcción de un futuro más justo y sostenible. Su mensaje en el G20 no fue solo político, también fue moral. Nos recordó que la verdadera fortaleza de un país no radica en su capacidad para hacer la guerra, sino en su capacidad para sembrar vida, construir paz y generar oportunidades para los más necesitados.
Al cuestionar con firmeza cómo es posible que el gasto en armas sea mayor que el destinado a la erradicación de la pobreza, nuestra presidenta desafió las prioridades globales y puso sobre la mesa una reflexión profunda sobre el futuro de la humanidad.
Además, como primera mujer presidenta de México, nuestra presidenta además de romper un techo de cristal, también representó a todas las mujeres mexicanas, destacando que su victoria es también la de las campesinas, las obreras, las migrantes, las profesionistas, nuestras abuelas, nuestras hijas y nuestras nietas.
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Su liderazgo es una prueba más de que la inclusión y la igualdad son fundamentales para construir una sociedad más justa.
En su figura, México tiene más que una presidenta, también es un símbolo de que el cambio social y político es posible cuando las mujeres ocupan los espacios de decisión y transforman las estructuras de poder.
Nuestra presidenta Claudia Sheinbaum nos enorgullece a nivel mundial con sus propuestas innovadoras y al hablar con tanta firmeza y sensibilidad, demuestra que México puede y debe ser un referente global de paz, justicia y desarrollo sostenible.
En ella, las y los mexicanos encontramos una líder que no solo piensa en el presente, sino en un futuro más digno para todos. Su discurso en el G20 elevó a México en el escenario internacional y ofreció al mundo una visión de esperanza, de cooperación y de responsabilidad compartida para hacer frente a los grandes retos de nuestro tiempo.
Con Claudia Sheinbaum, México ha encontrado una líder que, más allá de sus propuestas políticas, encarna el verdadero espíritu de solidaridad, justicia y dignidad humana. Nuestra presidenta representa lo mejor de México en el ámbito global, guiándonos hacia un futuro más justo, inclusivo y sostenible.