Odiseo, el protagonista de una de las grandes historias de la narrativa humana, pasa por desafíos casi imposibles en su camino de regreso a casa. Recomiendo leer su travesía como ejemplo de que siempre hemos sido una especie que está en busca de lo que más importa: la familia, los amigos, la prosperidad, el hogar y la tranquilidad. Ningún final que valga la pena termina en soledad o egoísmo.
Igual que ese personaje, lo interesante es el recorrido y lo que enseña, mientras nos enfocamos en ese punto al que confiamos llegar para disfrutar de esos obstáculos que superamos. Cada quien tiene su Odisea y una de las riquezas de la vida es que nadie puede experimentarla por nosotros. Es lo que muchos llaman destino.
El corte de caja que hacemos cada final de año es una nueva oportunidad para evaluar la voluntad que le ponemos a nuestros objetivos y el compromiso con el que hacemos lo necesario para vivir mejor y hacer que los demás alrededor también lo hagan.
Un concepto que se ha hecho común para definir los avances públicos y privados es el de “lo que no se mide no se mejora” y bien puede aplicar a la vida diaria de las personas. No es solo el aprovechamiento del tiempo y el cumplimiento de las obligaciones, también es la revisión de lo que nos importa y qué tanto estamos dispuestos a esforzarnos para hacerlo realidad.
Si cerramos cada año con una lista de propósitos sin alcanzar, podríamos tomarnos un poco de tiempo para analizar qué fue lo que ocurrió o por qué la mayoría fueron metas frustradas. No haya nada malo en no cumplirlas todas, a menos de que se trate de asuntos que sí hubieran hecho una diferencia en la manera en la que vivimos.
Ya sea porque deseamos abarcar demasiado o lanzamos deseos al aire, la moraleja es que cualquier objetivo sin un plan, es solo una buena intención. Pasar 365 días pensando en que a partir de la mañana siguiente vamos a iniciar el recorrido para lograr llegar a la meta es igual a deshojar una margarita y quedarnos solo con el tallo.
Faltan unos días para concluir con el 2024. Propongo que usemos unas horas para escribir qué es lo que nos ayudará a estar bien el próximo año y elaborar un calendario con metas bien claras a cumplir. Puede ser ahorrar para un viaje, mejorar la condición física, la salud mental, estudiar un idioma o dar el enganche de algún bien inmueble, lo importante es tener un objetivo o varios (pero no demasiados).
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Ya con la lista, anotemos qué es lo que necesitamos y por cuánto tiempo. Fijemos lo que debemos cumplir diario, a la semana, y al mes, si nuestro plan requiere de una evaluación permanente. Habrá días en los que quedaremos cortos y otros que compensarán porque invertimos más esfuerzo, pero medir el progreso de cuatro semanas no puede estar a negociación.
Pronto nos daremos cuenta de que la satisfacción de ir conforme a lo planeado es una de las sensaciones de logro más fuertes que existen y nos motiva, incluso, a poner metas más amplias. Quien es consciente de su potencial se convierte en un competidor contra sí mismo; tal vez, el rival más difícil de vencer.
Pero una vez que superamos los límites que pensábamos tener, las posibilidades son enormes para lo que podemos conseguir. Mejorar es la confirmación de que siempre podemos ser más de lo pensamos o de lo que alguna vez nos dijeron.
Para quien corre todos los días, cubrir un kilómetro de distancia puede no significar mucho; quien logra completar esa distancia por primera vez, definitivamente sentirá que ha logrado algo relevante y, de acuerdo con la experiencia que ha comprobado la ciencia, surge en esa persona una motivación interna para conocer si ahora puede recorrer dos kilómetros.
No hace falta perder la salud para valorarla o perdernos en el océano para encontrar nuestra verdadera dirección como Odiseo. Basta con revisar bien lo que quisiéramos y enfocarnos en lo que se requiere para obtenerlo para tener un plan eficiente sobre los pasos a cumplir para acercarnos a ese objetivo.
Igual que marcamos los días que faltan para llegar a estas fiestas, comencemos a hacerlo con esas metas que nos hacen mejores. Todas y todos los que lo han logrado pueden afirmar que nada se parece a conseguir lo que uno anhela.
Por un 2025 de metas y objetivos, mis mejores deseos para quienes empiecen ese viaje de superación. Felicidades.