Si hay una flor que se abre una única noche, no por eso su florescencia nos parece menos esplendente
Sigmund Freud
Celebración de fin de año, pasaje del año viejo al nuevo. Un fin que es principio. Pasaje, tránsito, momento marcante, irreversible, nuevo, diferente. Tiempo cargado de expectativas, de novedad, de nuevos comienzos, un tiempo nuevo que se abre a la espera de ser reconfigurado de maneras inéditas. Avanzamos hacia un año nuevo 2025, un cuarto del siglo XXI.
Si bien la transitoriedad del tiempo se da a cada instante de nuestra vida, hay momentos en los cuales la experimentamos de maneras especiales, son momentos que funcionan como verdaderos encuentros, que poseen la cualidad de marcar un parteaguas en el tiempo, un ante y un después en la vida, como el nacimiento, la muerte, viajar, partir, retornar, escribir, leer, enamorarse.
En fin, la vida está plagada de estos cambios, como lo es el fin-principio del año. Los efectos de dicho pasaje se experimentarán con posterioridad casi inmediata, estemos atentos.
Nuestra vida, la cual transcurre entre dos ausencias misteriosas, no pedir nacer y no poder hacer nada –hasta el nuevo aviso tecnológico– para no morir, se expresa irremediablemente a través de la incertidumbre y lo transitorio.
No es que sea un defecto de ciertas vidas, es una característica fundamental de cada existencia, con la diferencia que para el ser humano el inicio y el fin, si bien son un misterio, también existen en un plano de consciencia, es decir, de lenguaje y memoria.
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Esto puede producir lo mismo entusiasmo, deseos por vivir la vida con arrojo, como una tendencia a “esconderse”, ensimismarse en un pesar sin tregua que jamás reditúa.
Siempre que se abre un espacio-tiempo para lo nuevo se abren igualmente al menos dos posturas: hacia adelante o hacia atrás, es decir, crear lo nuevo o retirarse a un funcionamiento previo ya conocido, donde de igual manera todo se perderá.
Ambas dependen de la posición ética que cada persona decida asumir en su vida. Mientras una busca garantías en la repetición de los elementos que cree seguros y estables, la otra discurre en una posición poética que crea lo diferente a partir de los elementos con los que cuenta, pudiendo estos ser variables, diferentes…¡transitorios!
Aplicado al año nuevo: una posición cree que el año nuevo es algo que traerá lo nuevo de por sí, mientras que la otra, lo precipita, lo produce a través de formas diversas y creativas de habitar nuevos espacios mediante gestos nuevos. ¡Feliz año nuevo 2025!
*El autor es psicoanalista, traductor y profesor universitario. Instagram: @camilo_e_ramirez