La depresión no es evidente ni dramática. A veces lleva la máscara de una tristeza profunda o, peor aún, se confunde con simple agotamiento.
Esta enemiga silenciosa, tan común como subestimada, afecta a 280 millones de personas en el mundo, el 3.8 por ciento de la población, y en muchos casos pasa desapercibida hasta ser devastadora. En México, el 15.4 por ciento de las y los mayores de edad presentan síntomas de depresión, según la Encuesta Nacional de Bienestar Autorreportado.
Este 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, una fecha propicia para tener presente la delgada línea entre la tristeza profunda y depresión, tan difusa que las mismas personas afectadas no logran distinguirla. Mientras la primera es una emoción natural regularmente ligada a eventos específicos y tiende a disiparse con el tiempo, la segunda es un trastorno persistente que afecta el estado de ánimo, la manera como pensamos, sentimos y actuamos.
“Estás cansado porque trabajas mucho”, “todos nos sentimos tristes de vez en cuando” o “te distraes porque tienes muchas cosas en que pensar” son frases que, aunque bien intencionadas, minimizan señales de alerta.
La atención temprana de la depresión puede prevenir intentos de suicidio o su consumación. En 2023 —los datos más recientes del INEGI—, en México se registraron 8 mil 837 muertes por esa razón, que es, además, la tercera causa entre jóvenes de 15 a 34 años.
Desde la línea de emergencias 9-1-1, operada por el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) de la CDMX atendimos el año pasado 2 mil 231 reportes por intentos de suicidio, seis casos diarios en promedio.
Hablar de depresión y reconocerla como una enfermedad con necesidad de tratamiento y apoyo es fundamental para combatirla. No se trata de “echarle ganas” o “pensar positivo”, sino de acceder a terapia, medicamentos y redes de apoyo, y tener presentes las mil máscaras en las cuales suele esconderse.