El 24 de enero se celebra por la ONU el Día Mundial de la Educación, y este año 2025, el tema no podría ser más relevante: “Inteligencia artificial y educación: preservar la autonomía en un mundo automatizado”.
Este enfoque nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental que tiene la educación para prepararnos ante los avances tecnológicos, que ya no son el futuro, sino el presente. Usted y yo vivimos en una época sin precedentes.
La inteligencia artificial (IA) está transformando cada aspecto de nuestras vidas: desde cómo trabajamos hasta cómo aprendemos y nos relacionamos.
Sin embargo, también es cierto que este avance plantea preguntas difíciles: ¿Cómo podemos mantener nuestra autonomía y humanidad en un mundo cada vez más automatizado? ¿Estamos preparados para aprovechar estas herramientas sin que nos controlen?
La respuesta, en gran medida, está en la educación. Educarse no significa sólo adquirir conocimientos, sino también desarrollar la capacidad de pensar críticamente, tomar decisiones informadas y actuar con conciencia.
Estamos ante un reto monumental porque el ser humano ha puesto en marcha un mecanismo que, aparentemente, no tiene un botón de pausa. Por eso, nuestra responsabilidad es doble: aprender a usar la IA a nuestro favor y, al mismo tiempo, fortalecer nuestras habilidades humanas, esas que ninguna máquina puede imitar.
Pensemos, por ejemplo, en las nuevas oportunidades laborales que la IA está generando. Hay profesiones que hace unos años no existían y que ahora son altamente demandadas: desarrolladores de algoritmos, eticistas de la tecnología, analistas de datos.
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Estas ocupaciones no sólo requieren conocimiento técnico, sino también creatividad, empatía y una visión ética. La IA puede facilitarnos muchas cosas, pero somos nosotros quienes decidimos cómo usarla. En este Día Mundial de la Educación, le invito a reflexionar sobre cómo podemos fortalecer nuestras capacidades humanas.
Más allá de las habilidades técnicas, se trata de cultivar nuestra inteligencia emocional, social y moral.
Aquí le comparto cinco prácticas cotidianas que pueden ayudarnos a desarrollar nuestras inteligencias y estar mejor preparados para enfrentar mejor los desafíos de la era digital:
1. Leer y cuestionar: Dedique tiempo a leer sobre temas diversos y reflexione sobre lo que aprende. Pregúntese cómo puede aplicar ese conocimiento en su vida diaria y qué implicaciones tiene para su entorno.
2. Practicar la empatía: Tome un momento para ponerse en los zapatos de los demás. La inteligencia emocional es crucial en un mundo automatizado porque nos permite mantener conexiones humanas genuinas.
3. Aprender algo nuevo cada día: Puede ser un idioma, una habilidad manual, incluso una herramienta
4. Desconectarse: Dedique tiempo a estar presente, sin tecnología de por medio. Esto le permitirá reflexionar, relajarse y recargar energías.
5. Colaborar y compartir: Participe en sinergias o proyectos en equipo. La colaboración fomenta la inteligencia social y nos recuerda la importancia de estar unidos.
¡Ojo! No se trata de temerle a la tecnología, sino de entenderla y aprovecharla con una base sólida de valores y conocimientos, y la educación es el eje que nos prepara para adaptarnos a los cambios y para tener las herramientas que los conduzcan de manera positiva. Podemos navegar los avances tecnológicos con conciencia y creatividad.