Tres reflexiones sobre una semana muy compleja en este cambio de época que estamos viviendo. Primera: no podemos acostumbrarnos a ningún signo o símbolo de la intolerancia y de la violencia; justificar cualquier señal que haga referencia a momentos oscuros de la historia de la humanidad es el inicio de su normalización. Nuestra corresponsabilidad como personas dentro de una sociedad inteligente es impulsar la concordia, la libertad y el respeto entre semejantes.
La segunda es enfatizar en lo que es el auténtico respeto. Puede que creamos que con “aguantar” las opiniones que no coinciden con las nuestras es suficiente para cumplir como ciudadanos y, mientras no tengamos obligación de convivir con quienes difieren de nuestro criterio, estamos respetando a los demás. No es suficiente.
Para que podamos construir una sociedad tolerante y abierta, que saque lo mejor de cada individuo y de cada comunidad, se necesita comprender los argumentos contrarios, identificar de dónde surgen (muchos de la desinformación), y establecer un diálogo constante que genere confianza y acuerdos.
La tercera es la urgencia de que, unidos, podamos materializar los “cómo” para solucionar las causas de los problemas comunes que se vuelven, en algún momento, conflictos enormes. Los diagnósticos son importantes, pero lo son más las acciones para resolver lo que hace falta.
La desigualdad, la promoción de la violencia y los estigmas hacia cualquier grupo de personas, son causas que fortalecen la intolerancia, las mentiras y una visión cerrada del mundo -y de la vida- en la que unas personas tienen mayor importancia que otras por factores que terminan perjudicándonos a todas y a todos.
¿Qué me toca a mí, podemos preguntarnos? Varias cosas. Una principal es participar activamente para que el piso social esté parejo. Es una mentira que se repite con mucha frecuencia, el que las oportunidades están a la mano de cualquiera.
Claro que el esfuerzo y la perseverancia son requisitos indispensables para avanzar, pero las condiciones para que el trabajo y la creatividad resulten en una mejor calidad de vida las establecemos entre todos, o al menos, a través de una mayoría. Donde veamos abusos, debemos denunciar y en las situaciones en las que podamos equilibrar las circunstancias, no podemos dudar en hacerlo.
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También está en nuestras manos rechazar la violencia y abandonar la comodidad de solo vivir con miedo ante la violencia. Escribo que es cómodo hacerlo, porque hoy cada uno de nosotros tiene la posibilidad de hacer público lo que vea o sepa acerca de quienes generan inseguridad y sus formas de operación.
Así como el anonimato protege a muchos que agreden y esparcen actitudes de intolerancia, nosotros podemos exhibir de manera segura los rasgos que fomentan prácticas violentas.
Recordemos que una de las principales herramientas que le hemos regalado al crimen es el miedo y ese solo se vence juntos y presionando a que se aplique la ley y confiando en buenas autoridades (que las hay).
Otra práctica debe ser la confirmación de tanta supuesta información que nos llega a diario. Los hechos, las fechas y los números, no pueden estar sujetos a la interpretación de quien los comparte o los pasa de una conversación electrónica a otra.
Tenemos el deber de buscar fuentes confiables, leer sobre el tema y de opinar con fundamento una vez que agotemos una mínima consulta acerca de lo que nos llega o estamos por compartir con nuestra comunidad. Es simplemente no dejarnos llevar por ningún algoritmo y hacer lo que nos toca para que no nos engañen.
Finalmente, lo que hemos repetido varias veces, hablemos entre nosotros. Nos preocupa lo mismo y trabajamos todos los días para objetivos similares. Separarnos es la mejor manera de que esos grupos minoritarios terminen imponiéndose a una mayoría que alcanza puntos en común.
Dejar pasar y dejar hacer, como reza la conocida expresión, solo ha llevado a la ignorancia y a la marginación de ideas y de avances. Así crece la cerrazón y los prejuicios. Cuando hemos entrado en etapas de divulgación, tolerancia, respeto y diálogo, se han logrado las épocas más luminosas de nuestra especie. Aquí en la tierra, caminando en una misma dirección de progreso y entendimiento. No se ha necesitado mucho más.