Elon Musk, sin filtro como siempre, ya soltó una bomba: los cárteles mexicanos ya son elegibles para ser atacados con drones por Estados Unidos. Así, como si fueran un blanco más en la lista de enemigos de Washington. Lo que hasta hace unos meses sonaba como una teoría conspirativa ahora se siente como una estrategia en marcha.
Con la declaración oficial de los cárteles como organizaciones terroristas, la pregunta ya no es si habrá una ofensiva, sino cuándo y cómo. ¿Para qué enviar tropas a Medio Oriente si México está más cerca y el ejército mexicano sigue distraído en otras tareas desde el sexenio pasado?
La estrategia de “abrazos, no balazos” no ha sido la herencia anhelada por ningún Gobierno, tal que puede haber sido la estocada final a la independencia mexicana, heredando un problema que ahora podría escalar hasta convertirse en una violación de la soberanía nacional. Estados Unidos no necesita cruzar océanos cuando tiene al sur de California, Arizona, Nuevo México y Texas una crisis lista para explotar. México está más cerca que Afganistán o Irán para desplegar aviones, drones, soldados... al estilo de lo que Rusia hizo con Ucrania el 24 de febrero de 2022.
Y mientras en Palacio Nacional la Jefa del Estado asegura que no le tiene miedo a Donald Trump y que confía en una buena relación bilateral, desde el otro lado del Río Bravo llegan señales que no parecen precisamente amistosas. Sobrevuelos con drones, radares, la ampliación del muro fronterizo, la expulsión de migrantes a través de las redadas de los ICE y un escudo de seguridad cada vez más agresivo no auguran tiempos de paz.
Washington, con burros o elefantes, siempre tiene un compromiso con sus Fuerzas Armadas de élite y necesita darles trabajo. Con el desgaste en Ucrania y la complejidad del conflicto en Medio Oriente, la pregunta es: ¿dónde gastarán su presupuesto militar? México es una opción geopolítica demasiado conveniente para ignorarla.
La historia nos ha enseñado que cuando un imperio necesita guerra, la encuentra. Y con una frontera tan larga y porosa, el argumento de una intervención “humanitaria” o de seguridad nacional ya se está cocinando.
México tiene uno de los pueblos más pacíficos y patrióticos del mundo, algo que Claudia Sheinbaum se encarga de recordar a diario en sus conferencias matutinas. Sin embargo, por mucho que tengamos himno y bandera, pareciera que eso no será suficiente para contrarrestar las “ocurrencias” de un presidente que cada día da material para desconcertar al mundo. Y es que Trump no solo ha puesto a temblar a México, también a Colombia, a Panamá, al conjunto de la Unión Europea y, sin pensarlo dos veces, a Volodímir Zelenski, hasta a los venezolanos Edmundo Gónzalez y a María Corina Machado.
Los tiempos que se avecinan parecen ser complicados, más aún si en estos cuatro años el magnate siente que algo se le escapa de las manos. Ni la justicia ni el Estado de derecho parecen ser obstáculos para él, por lo que la simple sugerencia de Musk sobre un posible bombardeo contra los centros que “ellos consideren” como puntos de reunión del narcotráfico ya es motivo de preocupación.
Esto no se veía venir, y más allá de la fortaleza y el amplio respaldo que tiene la presidenta de México, se va a necesitar mucha templanza y evitar caer en las provocaciones de Estados Unidos y de quienes cada mañana, desde el fuego amigo, buscan declaraciones incendiarias para calentar el ambiente político o simplemente ganar visualizaciones.
La pregunta es: ¿tenemos suficientes adelitas para defender nuestra soberanía de los caprichos de Washington si llega el momento? Y, además, ¿el “caballo de Troya” de millones de mexicanos en Estados Unidos podría hacer algo para bajarle los humos a estos soberbios jugadores del Risk?