cordón sanitario contra la ultraderechaLas elecciones en Alemania han dejado claro que el es una estrategia cada vez más cuestionable. En teoría, aislar a partidos como Alternativa para Alemania (AfD) debería frenar su avance, pero en la práctica parece estar alimentando su crecimiento. La decisión de la CDU de Friedrich Merz de rechazar cualquier pacto con la AfD y, en su lugar, explorar una coalición con el derrotado SPD y Los Verdes —la llamada coalición Kenia— no solo evidencia la fragmentación política del país, sino que podría acelerar aún más el ascenso de la extrema derecha.
No es casualidad que, tras conocerse esta intención, Alice Weidel, líder de la AfD, lanzara una advertencia clara: “Si pactan con el SPD y Los Verdes, les adelantaremos”.
La historia reciente respalda su afirmación. En varios países europeos, los intentos de aislar a la ultraderecha han tenido el efecto contrario, fortaleciendo su narrativa de que son el único partido realmente opositor al “sistema”. En Alemania, este fenómeno se refuerza con una creciente desconfianza hacia la CDU y su intento de sostener un gobierno con partidos que han perdido el respaldo popular.
El problema de los cordones sanitarios es que no eliminan las causas que han hecho crecer a estos partidos, sino que simplemente las ignoran. Alemania, al igual que muchos otros países europeos, ha enfrentado crisis económicas, un aumento en la percepción de inseguridad y políticas migratorias que han generado controversia. Mientras la AfD ha sabido canalizar el descontento, la CDU y el SPD parecen seguir apostando por fórmulas que han demostrado ser ineficaces para recuperar la confianza del electorado.
En este contexto, cerrarle las puertas a la AfD sin abordar las preocupaciones que han llevado a millones de alemanes a votar por ellos es, en el mejor de los casos, una estrategia cortoplacista y, en el peor, una forma de acelerar su llegada al poder en las próximas elecciones.
Basta con mirar a otros países para entender que el aislamiento político rara vez funciona. En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen ha sido marginado por décadas, pero sigue creciendo hasta el punto de haber sido finalista en las últimas dos elecciones presidenciales y legislativas. En España, Vox ha roto con la estrategia del cordón sanitario al pactar con el Partido Popular en varias regiones. Y en Italia, Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, pasó de estar al margen del poder a convertirse en primera ministra en 2022.
Si la CDU insiste en una coalición forzada con partidos debilitados, en lugar de replantear su estrategia y entender el mensaje de los votantes, la AfD podría encontrar el escenario perfecto para consolidar su ascenso.
Porque, como ya lo advirtió Weidel, si la CDU decide gobernar con quienes han perdido la confianza del electorado, la AfD no solo seguirá creciendo, sino que podría adelantarlos antes de lo que imaginamos.