El Madre Café llamó mi atención desde la primera vez que lo vi porque, además de su amplio espacio abierto, siempre luce bastante lleno, así que decidí visitarlo con un acompañante en una de esas tardes calurosas en que se antoja comer al aire libre y este lugar resultó perfecto para tal fin.
Ubicado en Roma Norte, Orizaba 131, ofrece una experiencia culinaria que satisface en cuanto a presentación, calidad y sabor, además de una atmósfera relajada en la que los asistentes charlan animadamente o, los solitarios, se relajan con la lectura de algún libro.
¿Qué fue lo que comimos?
Ordenamos los tacos de camarón Ensenada, que consiste en tres taquito servidos en tortilla de harina y encima aderezo de chipotle, frijoles, serrano y aguacate, tan deliciosamente sazonados que hizo de esta entrada una excelente introducción para empezar nuestra experiencia culinaria.
Para el segundo tiempo, mi acompañante optó por un clásico mexicano: una sopa de tortilla que estaba rica y espesa, con trozos de tortilla crujientes y una profundidad de sabor que solo se logra con un buen caldo casero. Por mi parte, elegí una ensalada capresse con queso mozarella fresco, la cual resultó bastante refrescante para el calor de la tarde. El aderezo de balsámico aportaba el equilibrio perfecto entre acidez y dulzura.
El encanto de Madre Café radica en que se ubica en una casona histórica construida en 1932, por lo que permite que pases un buen rato disfrutando de su carta de desayuno, comida, o unos drinks a cualquier hora del día, con una variedad de alimentos para satisfacer cualquier antojo.
En cuanto a los platos fuertes, mi acompañante pidió la Pasta Madre, preparada con salsa cremosa de chipotle, jamón serrano y queso de cabra, una combinación de sabores que evocaban la autenticidad de la cocina italiana, mientras que yo elegí una picaña de 400g con puré y espárragos al grill, además de una orden de champiñones al ajillo.
La picañá estaba cocida a la perfección, jugosa y tierna, con un puré de papas cremoso que complementaba maravillosamente la carne. Los champiñones al ajillo, como guarnición, añadían una capa adicional de sabor con su toque de ajo y textura suave.
Para finalizar, compartimos un cheesecake con helado. El cheesecake era suave y cremoso, con una base crujiente que añadía una textura agradable. El helado, servido a un lado, aportaba un contraste frío y dulce que redondeaba el postre de manera perfecta. La combinación de ambos elementos hizo de este cierre un broche de oro para una experiencia redonda.
Madre Café es, sin duda, un hotspot gastronómico que vale la pena visitar. Desde las entradas hasta el postre, cada platillo está preparado con atención al detalle y una pasión por la cocina que se refleja en cada bocado. Si buscas una experiencia culinaria destacada, este es el lugar indicado.
