Bueno, bonito y...¡buenísimo!, así es como podría decirte que es el Restaurante Campomar que, con su decoración y ambientación te transporta a la cercanía del mar y, con su cocina, te lleva a degustar sabores extraordinarios de los mariscos estilo Nayarit.
La cocina nayarita se caracteriza principalmente por utilizar productos del mar como camarones, pescado, pulpo y ostiones, los cuales son la base de muchos platillos típicos que, preparados con técnicas como el zarandeado, una forma de asar pescado marinado con especias y salsas, le dan ese sabor único. Además, destacan los sabores intensos y picantes, con salsas hechas a base de chiles secos y frescos. También se incorporan ingredientes como pepino, cebolla morada, frutas y diversas hierbas.
La atención y el servicio, básicos para cualquier restaurante, son realmente buenos, nada más te sientas y enseguida te ponen diversas tostadas, una salsa de chile verde licuado y limón, salsas de botella, limones, cebolla encurtida y de cortesía un platito de marlín en escabeche para calmar el hambre en lo que se revisa el menú digital, además, de cortesía también mandan pan brioche recién horneado y mantequilla para untar, que está riquísimo.
El menú es bastante amplio y está dividido en Entradas, Lo Fresco, Tostadas, Tacos, Sopas y Cocteles, Lo Zarandeado, Nuestra Cocina, Camarones, Pescados, Pulpos, Lo Premium, Pastas, Cortes, Otros y Postres, poniendo a tu alcance más de 100 platillos para escoger y, aunque todo se ve bastante delicioso, mi sugerencia es que te concentres en las entradas y lo zarandeado para que te vuelvas fan de esta cocina regional.
Esto fue lo que comimos
Debo aclarar que conozco bien la sazón nayarita, soy un incondicional de ella por su sencillez, frescura y sabor y, aunque he ido a otros restaurantes que prometen esta cocina, la verdad es que con su adaptaciones al gusto local, desvirtúan el concepto, así que llegué con dudas de que se cumplieran mis expectativas de autenticidad, pero estas se disiparon con el primer platillo: un consomé de camarón calientito con pepino y cebolla morada, bastante reconfortante.
De las Entradas, pedimos la Botana San Pancho que consiste en 250 gr. de camarón cocido, camarón curtido, atún y cueritos con un toque de clamato, sobre una cama de pepino crudo en rodajas y Tostitos, bastante fresco y sabor intenso. El complemento de los Tostitos sorprende porque su razón de ser es complementar el sabor de las verduras con el marisco, un acierto muy agradable. Las porciones son bastante generosas, así que pide los platillos para compartir.
Mi acompañante nunca había probado los camarones zarandeados, así que pidió este platillo que consiste en medio kilo de este crustáceo, acompañado de trozos de piña a las brasas, cebolla morada en juliana y aderezo...¡qué barbaridad de sabor! Está la opción de pedirlos pelados o con cáscara, depende del gusto de cada quien, pero yo los prefiero con cáscara porque se percibe más la intensidad del sabor.
Como tenía antojo de probar el pulpo, más por gula que por hambre, pedí los Pulpos con camarón con cáscara al mojo de ajo, 450 gr, de sabor intenso que me hizo sentir el ser más feliz del planeta al succionar esa deliciosa mezcla de ajo, aceite de oliva, mantequilla y sal de grano, tan exquisitos que te sentirás agradecido por vivir esta magnífica experiencia. De postre, plátanos fritos con lechera y dos capuchinos pusieron punto final a este festín de sabor y buena cocina.
Es de destacar la amplitud de esta sucursal en Plaza Mitikah, que se suma a la de Polanco y Galería Insurgentes, así como el excelente trabajo de arquitectura y diseño de interiores en tonos azul y blanco en contraste con tonos ocre y ornamentación como cuadros, plantas y una enorme barra circular a la entrada que sirve como Oyster Bar y en el que destaca una enorme artesanía en madera de un pez.
Nuestra opinión del lugar
Es bien sabido que en todo trabajo existen áreas de oportunidad, pero en este lugar, no encuentro ninguna sugerencia por hacer para mejorar, quizás porque se nota la experiencia que Campomar ha acumulado desde 1979, fecha de su nacimiento. Todo es absolutamente satisfactorio: alimentos, bebidas, coctelería, postres, decoración, servicio, auténtica sazón, es más, hasta el detalle de que te pongan una botella de agua natural sin que recurras a las embotelladas, habla bien de él.
Otro aspecto importante a destacar es que la relación precio-calidad es bastante justa pues a pesar de que se nota la calidad de los ingredientes, frescura de sus mariscos, excelente ubicación y extraordinaria ambientación, los precios no son nada altos si se comparan con otros restaurantes de Polanco.
Puedo asegurar que una vez que visites el Campomar se convertirá inmediatamente en uno de tus favoritos, principalmente por la extraordinaria sazón de la cocina regional de Nayarit, que provocará que quieras compartirla con familiares y amigos para que también se den gusto con ella. No es ninguna casualidad que el sábado que lo visitamos tuviera lleno completo, además de una veintena de personas esperando pacientemente por una mesa...¿Por qué será?