La sociedad y ahora también la idea de una vida perfecta promovida en redes sociales hacen que aprender a soltar algo que ya no nos satisface puede ser un desafío emocional profundo.
Desde la infancia, se enseña que “resistir es vencer”, que hay que luchar y perseverar ante la adversidad. Sin embargo, como sostiene Annie Duke, experta en toma de decisiones y autora del libro ¡Abandona! (2024) consultada por El Universal, hay momentos en los que saber cuándo dejar ir es esencial para el bienestar emocional y para mantener relaciones amorosas sanas.
En ese sentido, para muchas personas la idea de “abandonar” algo o a alguien genera sentimientos de fracaso o debilidad. En un mundo que valora el esfuerzo constante, la palabra “abandonar” suele estar cargada de connotaciones negativas. Esto es aún más relevante cuando se trata de relaciones personales, donde se enseña a las personas a luchar por el amor y a no rendirse ante los obstáculos.
No obstante, Duke indica que la persistencia no siempre es la mejor opción, especialmente cuando las circunstancias se tornan insostenibles. Las relaciones, al igual que cualquier otro aspecto de la vida, pueden llegar a un punto en el que el esfuerzo ya no es suficiente para mejorar la situación.
En ocasiones, persistir puede llevar a las personas a aferrarse a algo que les está haciendo daño o que, simplemente, ha dejado de ser satisfactorio. Reconocer el momento adecuado para soltar es un paso crucial para tomar decisiones conscientes y liberadoras.
¿Qué es lo que impide soltar en una relación tóxica?
De acuerdo con Annie Duke, hay varias razones por las que a menudo se ignoran las señales que indican que es momento de dejar ir. Entre las más comunes se encuentran:
- Ignorar consejos externos: Es posible que una persona se sienta incapaz de escuchar las recomendaciones de amigos y familiares que les alertan sobre la necesidad de cambiar, ya sea de pareja, trabajo o entorno.
- Sesgos cognitivos: El efecto dotación hace que la persona valore excesivamente lo que ya tiene, aunque no la beneficie. Este sesgo la lleva a sobreestimar sus relaciones, trabajo o proyectos, por temor a perder lo que ya tiene.
- Temor a lo desconocido: La incertidumbre asusta. La frase “mejor malo conocido que bueno por conocer” refleja cómo la persona se siente más cómoda con lo familiar, incluso cuando eso ya no aporta nada positivo. El miedo a lo que vendrá puede frenar la decisión de soltar.
¿Qué hacer para aprender a soltar una relación tóxica?
En ese sentido, Duke ofrece algunas sugerencias útiles para quienes luchan con la idea de renunciar a una relación o situación que ya no les beneficia:
- Aceptar la realidad: Admitir que no todo está bajo tu control y que hay situaciones que no puedes cambiar, te ahorra tiempo y energía. Reconocer tus limitaciones es el primer paso hacia el cambio.
- Rodearse de perspectivas externas: Hablar con amigos y personas objetivas puede darte claridad sobre la situación y ayudarte a alejarte de la idea de persistir por el simple hecho de no querer “perder”.
- Convivir con la incomodidad: Renunciar, aunque liberador, puede ser doloroso. La incomodidad es parte del proceso de cambio y crecimiento personal.
Finalmente, es importante mencionar que aprender a soltar no significa renunciar a tus sueños o aspiraciones. Al contrario, implica reconocer cuándo un camino ya no te está llevando hacia tus objetivos. En relaciones amorosas, saber cuándo dejar ir una relación tóxica es esencial para poder abrir espacio a relaciones más saludables y satisfactorias.