La cocina al carbón tiene esa cualidad de remitirnos a un ambiente de fiesta, uno donde los participantes se sienten cómodos y en total libertad para convivir, quizás porque desde pequeños, nuestra mente está condicionada a que en torno a ella se viven grandes momentos con gente a la que se estima.
En busca de recrear esa experiencia de una celebración en torno a la comida el restaurante Cueva abrió sus puertas apenas hace poco más de un mes en Córdoba 49, Roma Norte, bajo la dirección de Lázaro Moussali, un joven de 21 años con mucha pasión y vocación de servicio.
“El concepto principal de Cueva es una parrilla de autor, tenemos diferentes platillos, vegetales de proteína y medios platos 100% para compartir al centro en busca de crear esa conexión entre las personas que vienen a comer. Tenemos la creencia muy grande que, una mesa es un templo, algo sagrado para venir a compartir con tu gente más cercana o con gente que quieres conocer y creemos que al poner platillos al centro para compartir la gente convive y se conecta más”.
— Lázaro Moussali, director general
¿Cómo es el lugar?
Con mucha expectativa, ingresamos para degustar su oferta gastronómica al salón principal de forma rectangular, en el que a la entrada se puede ver la barra con algunas sillas para servicio de bar; para aprovechar al máximo el espacio las mesas están pegadas a la pared y enfrente de ellas una cocina abierta y una vitrina en la que se exhiben los cortes de carne que puedes elegir.
Al cruzar el salón se encuentra una bonita terraza con varias mesas, donde por cierto vimos en una de ellas al periodista español Ricardo Peláez, célebre por su cobertura de una veintena de guerras, departiendo con un grupo de amigos.
Mientras el mesero nos pone una cesta con pan pita y campesino hecho en casa, al igual que las salsas de chimichurri, macha y un dip de queso crema con cebolla caramelizada para untarles, revisamos el menú que básicamente se compone de tres secciones: vegetales, carnes, aves y pescados, todo a las brasas.
¿Qué pedir?
Una vez que ya sabes lo que vas a pedir, debes pasar a la vitrina de cortes para hacer tu selección y solicitarlo al término que deseas y que lo barnicen con alguno de los cuatro tipos de sazonadores que tienen: Mediterráneo, de perejil, albahaca y orégano; Zaatar, a base de curry rojo y amarillo, páprika, y cilantro; uno más de café y otro de cocina Thai.
Nosotros pedimos para el corte New York el mediterráneo y para la espada de picaña el Zaatar, que potenciaron el sabor de los cortes, suaves, jugosos y en el término solicitado.
Los acompañamos con la ensalada de betabel orgánico a la leña y mousse de feta, una creativa combinación de ingredientes que atestiguan la maestría del chef Edgar Trejo, quien estuvo por varios años como chef corporativo del Grupo Rosanegra, pues las especias utilizadas provocan una tremenda explosión de sabores en las papilas gustativas.
También abrimos espacio en el estómago para probar la tapa de salchicha artesanal. Se trata de un pan de sándiwch que se adereza con Relish (un condimento para reforzar su sabor), mayonesa de curry y cebolla morada que no te decepcionará.
Desde nuestra mesa pudimos observar las órdenes de los comensales que salían cada cierto tiempo: berenjena a la leña, tartare de res con tuétano, chuletillas de cordero, pero el que más se solicitaba eran las mollejas de res, que seguramente iremos a probar en una próxima ocasión.
Conclusiones
Dos cafés americanos, que se preparan al momento en su máquina y un mouse de chocolate amargo de postre, pusieron punto final a tan placentera degustación que nos confirma que la cocina a las brasas siempre será un motivo para sentirse bien y compartir.
El ambiente, en el que predomina principalmente la gente joven, no es exclusivo, pues también pudimos observar familias y parejas que, suponemos, encuentran en esta Cueva un gran momento para celebrar el placer de comer bien en compañía de alguien especial y así vivir un gran momento que los aleje de las preocupaciones diarias.