El té verde es una bebida milenaria con origen en culturas como la china y la japonesa, también es considerada actualmente como una de las aliadas más completas para el bienestar integral. Su popularidad ha crecido gracias a sus múltiples beneficios, que abarcan desde el cuidado de la piel hasta el apoyo para la pérdida de peso.
Uno de los principales atributos del té verde es su alto contenido de antioxidantes, especialmente catequinas. Estas sustancias combaten los radicales libres, responsables del envejecimiento celular. Beber té verde regularmente puede ayudar a mantener una piel más firme, con menos arrugas y una apariencia más saludable. Además, existen cremas y mascarillas que aprovechan estos beneficios para uso tópico, ayudando a reducir la inflamación y el acné.
Otro de los grandes atractivos de esta bebida es que aporta energía de manera natural. A diferencia del café, el té verde contiene una cantidad moderada de cafeína que, combinada con L-teanina, un aminoácido natural, genera un estado de alerta suave y prolongado, sin los efectos secundarios de nerviosismo o irritabilidad. Por eso, muchas personas lo prefieren para iniciar el día o mantenerse concentradas por más tiempo.
Por otro lado, el té verde es ideal para quienes buscan mejorar su digestión y controlar su peso. Estudios han demostrado que esta infusión puede acelerar el metabolismo y favorecer la quema de grasa, sobre todo cuando se acompaña de actividad física regular. También se le atribuyen propiedades antiinflamatorias que calman el sistema digestivo y previenen problemas como la hinchazón o el estreñimiento.
¿Cómo preparar el té verde?
Preparar té verde correctamente es clave para aprovechar todos sus beneficios. Se recomienda calentar el agua sin llevarla a ebullición (entre 70 y 80 °C), verterla sobre una cucharadita de hojas secas y dejar reposar entre 2 y 3 minutos.
Superar este tiempo puede provocar un sabor más amargo. Puedes disfrutarlo caliente o frío, solo o con unas gotas de limón o miel si prefieres suavizar su sabor.