El cambio climático provocó un descenso en la cantidad de humedad de las corrientes atmosféricas que proceden del sur de América Latina y que llega a Colombia. Esto provocó una de las sequías más intensas de la historia reciente de Bogotá, que se vio obligada a racionar el agua. Cada gota cuenta para recuperar el nivel de agua en los reservorios alrededor de la ciudad.