El ánimo, la fuerza y la tradición se unen a la celebración al volcán Popocatépetl que cada año reúne a los habitantes de comunidades cercanas, principalmente de Xalitzintla, quienes suben y realizan una ofrenda para pedir agua y una buena temporada para sus cultivos.
Decenas de personas, entre habitantes de Puebla, de la comunidad que pertenece al municipio de San Nicolás de los Ranchos, y turistas caminaron cientos de kilómetros y subieron al llamado “ombligo del vocán” para presenciar la ceremonia y ofrenda que llevan al gran coloso para festejar su aniversario cada 12 de marzo.
En el día de San Gregorio Magno, los pobladores de Santiago Xalitzintla llevan flores y alimentos al volcán Popocatépetl principalmente por una razón: pedirle agua para tener buenos cultivos.
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Según la leyenda de la comunidad, Gregorio Chino Popocatépetl era un hombre de edad avanzada que era visto caminando por las faldas de la montaña y, cuentan, era el espíritu personificado del volcán que anunciaba cuando el Popocatépetl tenía actividad.
Desde entonces, estos seres son nombrados temperos, quienes alertan a la comunidad sobre posibles peligros y hacen presagios ya que pueden tener contacto con el espíritu del volcán.
Desde las 6:00 horas la gente se reúne en la presidencia de Xalitzintla para abordar camiones que suben casi hora y media la cima para empezar el gran viaje. En esta ocasión hubo una ruta especial para llegar al “ombligo el volcán”, la cual fue vigilada por elementos de Seguridad Pública del estado y de Protección Civil.
Un cordón de precaución marcaba el inicio de la escalada, entre los árboles y pinos del bosque que pertenece al Parque Nacional Izta-Popo, los caminantes subían con la esperanza de ver lo más cerca posible al volcán. Desde niños hasta viejos subían a su ritmo, apenas cruzados por los rayos del sol.
Llegando al “arenal”, el paisaje se convierte casi en un desierto de ceniza, desde ahí se percibe lo enorme que es el Popo y pareciera que estás cerca, pero solo es el aviso de todo el camino que te espera.
Entre más subes, la presión es más fuerte, el corazón se acelera, y piensas qué te hace seguir: ¿supervivencia?, ¿satisfacción?, ¿emoción?, a lo mejor es todo junto, y aunque algunos van haciendo pausa en el camino, todos logran llegar.
Cuando ya no hay más árboles que hagan sombra, caminas sobre ceniza y piedra caliza el cansancio se siente al límite, las piernas y los pies se hinchan, sientes que ya no puedes subir más hasta que logras ver el final. Gente sentada tomando un descanso y disfrutando del increíble paisaje. “Cuando llegas aquí, todo ha valido la pena”, dice una de las asistentes.
Arriba ya está la banda tocando música de celebración, se le cantan las mañanitas, se lanzan cohetones, hay porras y aplausos de la gente que está alrededor, mientras se preparan todos los alimentos, flores y prendas para la ofrenda. “El ombligo del volcán” es una pequeña cueva en donde se colocan las cruces que representan al espíritu de “Don Goyo”.
“Se siente una gran energía”, comenta uno de los viajeros, hay una sensación de orgullo, la gente toma agua, algunos solo se acuestan, otros aprovechan para tomar fotos y algunos siguen subiendo; mientras, las señoras calientan la comida que se ofrece por el gran esfuerzo de llegar y para celebrar al volcán. En esta ocasión litros de mole, arroz, pollo y tortillas circularon para todos.
Magdalena Pérez, es una de las mujeres que ayudan a prender el fuego para calentar la comida y quien se siente orgullosa de realizar este acto cada año, como lo hacían sus ancestros, con la esperanza de que su petición sea escuchada.
“Es una tradición que se hace cada año porque ya se viene la temporada de la siembra que ya inicio desde febrero y hasta finales de abril, entonces ya necesitamos el agua, venimos a pedirle a Don Goyo que nos mande el agua para nuestros cultivos”
Explicó que el mayordomo, que este año fue el señor Sacramonte, es la persona que por voluntad se acerca a la iglesia, nadie lo elije, y es quien tiene que buscar y organizar a su gente para que le ayude a hacer toda la celebración.
Don Asario y Don Antonio son los temperos, quienes ofrecen el ritual, presentan la ofrenda y la colocan; el mayordomo es el encargado de compra fruta, platos, jarros, y todo lo que se le va a obsequiar al volcán.
“Sabemos que el fue un guerrero, por eso se le viene a dejar su comida y su ropa, sabemos que él por medio de Dios nos manda el agua, si está él es por Dios, por eso por medio de él pedimos la lluvia, por eso traemos la ofrenda para que nos cumpla”, dijo Magdalena.
Luego del convite, la gente se prepara para descender la montaña con lo último que queda de energía, los habitantes de Xalitzintla ayudan a bajar ollas y cazuelas, quienes también piden a los visitantes ser parte de esta comitiva, ya que no siempre se les ayuda. Al final solo queda un pensamiento: lo logramos.
El volcán Popocatépetl tiene una altura de cinco mil 500 metros sobre el nivel del mar, se encuentra en los límites territoriales de los estados de Morelos, Puebla y el Estado de México, y después del de Colima, es el más alto y activo del país.