En una de sus múltiples intervenciones, Don Lorenzo Servitje planteaba las siguientes interrogantes, “¿Es posible un mundo en el que se reduzcan las desigualdades y haya posibilidades para todos de una vida digna? ¿Qué podemos hacer y que debemos hacer?”
Si ahora tratamos de ofrecer una respuesta, tendremos que reconocer que las desigualdades son de los problemas más persistentes y complejos que enfrenta la sociedad moderna. A pesar de los avances en la reducción de la pobreza global, las desigualdades persisten y, en muchos casos, se amplían.
En cuanto a lo que podemos y debemos hacer, es esencial adoptar un enfoque de corresponsabilidad, en el que todos los sectores de la sociedad, incluidos los gobiernos, el sector privado, las organizaciones no gubernamentales, y los ciudadanos, trabajemos juntos hacia el objetivo de disminuir eficazmente estas desigualdades.
Entre estas desigualdades debemos enfocarnos en la económica, que se refiere a la brecha entre ricos y pobres, la cual se mide por la distribución de la riqueza y los ingresos; la social que está relacionada con el acceso desigual a servicios básicos como salud, educación y vivienda; la de género afectando el acceso de las mujeres a oportunidades laborales y en posiciones de liderazgo.
Esta trascendental labor implica la participación conjunta y coordinada de los diferentes actores sociales, donde cada sector tiene un papel crucial en este proceso.
Los gobiernos deben liderar mediante la implementación de políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades. Esto incluye reformas fiscales, inversiones en educación, salud pública, y vivienda entre otras.
Las empresas tienen la responsabilidad de adoptar prácticas sostenibles y equitativas. Esto incluye ofrecer salarios dignos, invertir en comunidades locales, y promover la inclusión en el lugar de trabajo. Las empresas son motores de cambio al implementar programas de responsabilidad social que beneficien a las comunidades desfavorecidas.
Las Organizaciones No Gubernamentales son fundamentales al abogar por políticas justas y proporcionar servicios esenciales a comunidades marginadas. Actúan como intermediarios entre el gobierno, el sector privado y la ciudadanía.
La ciudadanía tiene un papel importante en la reducción de la desigualdad participando en procesos democráticos, exigir rendición de cuentas y practicar la solidaridad.
Adicionalmente, al trabajar corresponsablemente en la reducción de desigualdades, se fortalece el tejido social y se reduce la fragmentación, permitiendo también un desarrollo económico y social más sostenible y ambientalmente responsable.
Si bien existen desafíos significativos, la corresponsabilidad nos ofrece una oportunidad única para construir una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la posibilidad de alcanzar su máximo potencial y avanzar hacia un futuro donde la desigualdad sea una cuestión del pasado.
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