Amables lectores, cumplimos una semana de juegos olímpicos, la fiesta deportiva mundial.
Atletas, competencias, deportes varios, récords, hazañas, últimos lugares, historias, colores, banderas, escenarios, himnos, lágrimas de alegría y también de frustración.
Cada 4 años el habitante de este planeta hace una pausa, suspende actividades, modifica sus horarios y hasta experimenta el desvelo para mirar las competencias.
Es un ambiente más incluyente pero quizá menos festivo que un Mundial de Fútbol.
Acá caben todas las expresiones atléticas, aún las más disímbolas para nosotros como el surf, el skeet, el bádminton, el hockey sobre césped o el balonmano.
Lo importante de todo esto es vivirlo, aún a miles de kilómetros y 7 horas de diferencia se vale ser “expertos de sillón” y emocionarnos hasta las lágrimas por triunfos ajenos, porque los de los nuestros se celebran como si fueran familia.
Nos queda una semana, vamos a sacarle todo el provecho porque después deberán pasar 4 largos años.
Por cierto mi pronóstico antes del inicio de los juegos fue de entre 5 y 8 medallas para la delegación mexicana, al momento ya son 4.
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