El ejercicio de cualquier derecho implica la comprensión de lo que se hace, y la responsabilidad por lo que se hizo. Ejercer un derecho, el que sea, es una manifestación de libertad, y por ese simple hecho exige una responsabilidad proporcional al acto realizado.
Ejercer derechos en forma irresponsable, sin comprender lo que se hace y sin responder por lo que se hizo, no sólo provoca costos a toda la comunidad: también es un camino seguro para perderlos. Por eso cuando hablamos del derecho A VOTAR, es absolutamente necesario que la mayor cantidad posible de votantes comprenda lo que hace, y se responsabilice por el resultado obtenido.
La frase de moda en México, “disfruta lo votado”, resulta eficaz para abonar a la responsabilidad por el ejercicio de ese derecho. Quien votó buscando X y obtuvo X, sea lo que fuere X, puede y quiere disfrutar su voto, y lo hará. Quien votó buscando X y obtuvo Y, quizá deba preguntarse si sabía lo que hacía, si comprendió bien el proceso y, más importante aún, si dimensiona el enorme poder que ejerció al votar.
“Disfruta lo votado”, pues, es un poderoso elemento en el discurso público nacional, cada vez más homogéneo y chato, desprovisto de contrastes. “Disfruta lo votado” provee un claro punto de referencia en medio del ruido ambiental, y eso es invaluable en situaciones como la presente en que todo parece derrumbarse, pues brinda un factor esencial para avanzar: perspectiva.
Para trascender al desastre obradorista, que no por tener un origen democrático es menos nocivo, la sociedad mexicana debe avanzar; quien quiera regresar a lo que había antes de López, pierde su tiempo: eso ya no existe, y además fue insuficiente; quien quiera saltar al futuro en un parpadeo, corre el enorme riesgo de aterrizar en algo aún peor; quien quiera recomponer el rumbo en forma viable necesita perspectiva... y el disfrute de lo votado, a nivel federal, estatal y municipal, la otorga con suficiencia dentro de la gran escena nacional. Invitar a ello, pues, es una gran herramienta cívica.
Contrario a lo que algunos suponen, “disfruta lo votado” no pretende reprochar, convencer, retractar o “iluminar” a quien en forma consciente votó por el régimen: lo de ellos no es gripa, y además la vergüenza personal ya es un sentimiento en desuso, en México y en el mundo.
Lejos de eso: “disfruta lo votado” pretende, en primera instancia, mantener visible un mínimo de congruencia en el ejercicio del sufragio, pues si perdemos de vista la mancuerna libertad/responsabilidad, la democracia dejará de tener sentido.
Luego, esa invitación a disfrutar lo que se votó propicia una discusión amplia y con textura, que permite diferenciar el saldo entre lo votado y lo obtenido, en los diferentes niveles de gobierno y con las diferentes opciones partidistas: cuáles cosas se obtuvieron de cuáles partidos, en cuál nivel y en cuáles regiones. Las diferencias entre estados y municipios, y entre estos y la federación, son odiosas, sí, pero también muy útiles.
Por último y en forma tangencial, la polémica invitación busca influir en aquellos que pudiendo votar por algo diferente eligieron abstenerse, pues ahora les toca pagar en forma pasiva el costo de lo que otros votaron: “disfruta lo votado... por otros”.
Que nadie tema, pues, a un mensaje flexible y positivo: “disfruta lo votado” sólo representa una afrenta para quien alcanza a intuir el propio error, pero teme reconocerlo.
CAMPANILLEO
Yo vi ganar en Querétaro a mis opciones locales, y sin duda disfruto lo votado.