Dijo un sabio que “Odiar a alguien es tomar veneno, esperando que la otra persona muera”.
Amén de que la mayoría de las estadísticas no arrojan que haya sido un buen o exitoso sexenio, el de Andrés Manuel López Obrador, fue uno de los que más expectativas generó, después de su paso por el DF, y dos fallidas campañas, millones de personas esperaban y votaron por que el Tabasqueño fuera presidente de México, se esperaba llegara a revolucionar la política nacional, lo hizo, pero no necesariamente para bien, instituyó la mentira, sus “otros datos”, se encargó de culpar a Calderón y a Fox de todos los males del país, no que los presidentes no tuvieran culpa, pero AMLO vendió por años, la idea de que el podría solucionar los problemas del país, algunas cosas mejoraron, salario mínimo, leyes laborales más justas, más y mejores programas sociales, que sin duda han ayudado a millones de personas, lo bueno hay que reconocerlo.
¿Lo malo? Hay mucho y muy malo. Ni siquiera etiquetar a los delincuentes como “malos” el presidente no trató de enemigos a los asesinos, narcotraficantes o corruptos, no, los adversarios y enemigos del presidente son los periodistas, activistas y hasta los papás de los niños con cáncer, que al no recibir medicamentos para sus hijas enfermas, se manifestaron, el “Dr.Muerte” López Gatell se atrevió a llamarlos “golpistas”.
El presidente se preocupó más por saber ¿cuánto gana Loret?,a saber donde están los 11,000 millones de pesos que su amigo Ovalle desvió de SEGALMEX, a Ciro Gómez Leyva el presidente no lo bajó de mentiroso, mientras al “Chapo” se refería como “Señor Guzmán”.
El presidente se ha dedicado a odiar a las personas equivocadas, ha odiado a organizaciones civiles, a adversarios políticos, a periodistas, activistas, gobiernos extranjeros y cualquiera que se atreva a poner en tela de juicio sus acciones de gobierno, aunque la maldita realidad se encargue en varias ocasiones de demostrarle que no es un buen presidente.
Su legado será el odio, odiar desde temprano, odiar poniendo videos musicales, odiar en sus viajes, odiar en pareja, odiar fuera del país, odiar a quien vive una tragedia.
Desgraciadamente el odio que ha proferido el presidente se ha contagiado, a millones de sus seguidores y millones mas de sus detractores. Es tan odiado como odiador.
Debe ser muy duro vivir rodeado de tanto odio.
México merece más y mejor.