La primera vez que escuché propaganda contra el Poder Judicial, de boca de un acólito de la llamada “4t”, fue a mediados del año 2020 en Querétaro, ya bien comenzada la pandemia. No crea usted que se trató de una crítica orgánica, o de una charla de café: fue una amplia exposición, estructurada por etapas y con apoyo gráfico.
Aquella mañana necesité que parcharan una llanta de mi auto, y mi vulcanizadora de confianza había cerrado; me recomendaron otra, en el sur de la ciudad, con una advertencia ligera: “el pinche Juanito es rápido, nomás que es super chairo, no lo dejes que se ponga a hablar porque no lo callas”.
Llegué a la vulcanizadora y Juanito fumaba en solitario, sentado entre llantas. Casi no cruzamos palabra, apenas los saludos de rigor un poco a la distancia. Juanito se puso a trabajar y no abrió la boca hasta la mitad del proceso, cuando dejó la llanta en una prensa, ya con el parche, y debió esperar a que pegara.
“Oiga - me dijo – ¿y usted cómo ve eso del poder judicial? ¿Sí les cree a los jueces que trabajan mucho?”. Como no tenía yo mayor urgencia, le di una respuesta para alentarlo a hablar. Lo que sucedió después me sorprendió: Juanito era una ametralladora de medias verdades, hechos tergiversados y dueño de una ignorancia estremecedora al hablar del Poder Judicial, pero su perorata tenía una estructura sólida que se desarrollaba por etapas, con una cadencia que me hizo recordar a los vendedores multinivel.
Juanito comenzó su exposición quejándose por el costo del arrastre que hacen las grúas cuando, por un hecho de tránsito, los autos deben ser remolcados para despejar la vía pública. Juanito me dijo que la autoridad estaba coludida con los dueños de las grúas para cobrar cantidades exorbitantes por el servicio, y que eso era autorizado POR LOS JUECES. Hasta ahí, sólo me pareció un ignorante más. Pero cuando objeté ligeramente, Juanito comenzó una exposición amplia sobre cómo los jueces eran culpables de todos los males de este país.
Mezclando medias verdades con hechos cotidianos, y mintiendo sin rubor asumiendo que yo era más ignorante que él, Juanito me “explicó” que toda controversia entre dos mexicanos pasaba por un juez, y que él decidía el resultado extorsionando a las partes. Multas, pleitos vecinales, retiro de ambulantes, homicidios y los permisos para “echar cuetes” en las fiestas patronales, todo era llevado ante un juez y él decidía quién “ganaba”, dependiendo de quién le pagara: los ricos, la iglesia, los diputados, los narcos, y toda una galería de villanos comunes en el imaginario colectivo.
Mi silencio debió parecerle una buena señal a Juanito, porque al despedirnos me regaló un panfleto tamaño esquela, impreso a todo color, en donde uno de los caricaturistas adictos al régimen desarrollaba una exposición similar a la de Juanito, contando una historia con dibujos en la que los jueces eran los villanos, “el pueblo” la víctima, y el régimen encabezado por López, por supuesto, era el salvador.
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Todo eso sucedió más de dos años ANTES de que la Ministra Presidente, Norma Piña, decidiera no ponerse de pie ante López en el Teatro de la República, durante la ceremonia por el aniversario de la Constitución.
Que nadie piense, pues, que la andanada contra nuestro Poder Judicial es una decisión visceral de un tipo acomplejado; es, muy por el contrario, una decisión estratégica tomada desde mucho antes, siguiendo el manual de los gobiernos bolivarianos.
CAMPANILLEO
La pluma que controla el relato controla al mundo. Siempre.