En la actualidad la inseguridad en la que nos encontramos sumergidos ha venido generando entre la sociedad una sensación de incertidumbre e indefensión que se ha ahondado al paso del tiempo, obligándonos a los ciudadanos a ver “al otro” como alguien diferente al que hay que temerle y por ende, con el cual no es bueno asociarse o, peor aún, con el que no es adecuado tener lazos amistosos o solidarios que puedan comprometer.
El resultado de lo anterior es un deterioro en nuestra calidad de vida, que obliga a nuestras familias cambiar sus hábitos de esparcimiento, las personas modificamos como nos relacionamos y formas de participación social. Estas problemáticas se retroalimentan y generan un círculo vicioso que perpetúa el aislamiento y la falta de solidaridad.
De esta forma vivimos un progresivo deterioro y debilitamiento del tejido social, entendiendo a este como el componente del comportamiento que une y permite la identificación de las personas como parte de un grupo, cultura, tradición o nación o bien posibilita el establecimiento de las reglas condicionantes de la interacción social.
Cuando una sociedad tiene un tejido social fuerte permite el florecimiento de la solidaridad y el respeto a los derechos de todos los miembros de la comunidad, convirtiéndose en la condición necesaria para construir un ambiente propicio para la creación de metas comunes y beneficiosas para todos.
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En consecuencia, es de vital importancia el comenzar a reconstruir nuestro tejido social para garantizar una convivencia pacífica y un desarrollo sostenible.
En este contexto, reconstruir el tejido social implica mucho más que restablecer conexiones superficiales entre las personas; requiere fomentar la empatía, fortalecer las redes comunitarias y promover valores comunes que sirvan de base para una convivencia armónica.
Por ello, los programas educativos que promuevan valores como el respeto, la tolerancia y la responsabilidad colectiva pueden contribuir a sanar las fracturas sociales existentes. Otras alternativas con las que podemos comenzar son iniciativas comunitarias como talleres artísticos, festivales locales o actividades deportivas, que pueden convertirse en herramientas efectivas para fortalecer los vínculos sociales y construir un sentido de pertenencia.
Para todo lo anterior, es fundamental la construcción de confianza, ya que, sin ella, las relaciones se tornan frágiles, y la cooperación, que es la base de cualquier proyecto colectivo, se vuelve difícil. Reconstruir el tejido social implica crear espacios de diálogo y participación en los que las personas puedan expresar sus necesidades, preocupaciones y aspiraciones, y trabajar juntas en la búsqueda de soluciones.
Reconstruir el tejido social es una tarea compleja pero esencial, siendo preciso recordar que en comunidades donde los vínculos sociales son fuertes, las tasas de criminalidad suelen ser menores.
Agradezco sus comentarios en mi cuenta de X @EUribarren