En México no gobierna un narco régimen, sino un régimen populista que parece ser rehén del narco, lo que es aún peor que si el propio crimen organizado fuera el gestor del gobierno federal, pues el desgaste ante la sociedad no lo sufren los cárteles sino una estructura política inepta, débil y además reemplazable.
Hoy vemos al gobierno de Sheinbaum gestionando la defensa de Ismael Zambada, El Mayo, sin guardar el menor pudor: el capo preso en Estados Unidos exigió al gobiernito federal que solicite su extradición, pues no desea ser juzgado en ese país, y la respuesta de quien cobra como presidente fue inmediata para defender los intereses del histórico narcotraficante.
La prisa con que reacciona este gobierno federal para obedecer a un capo es perturbadora, pero no tanto como el descaro con que lo hace. Hay quien se lo explica en forma simplona, señalando que esta presidente le debe el cargo al crimen organizado, pero eso no justifica el aparente sometimiento: las dinámicas y compromisos de una candidata ni siquiera se parecen a los de una presidente.
Convendría preguntarnos, entonces, cuál es la razón de fondo para que un gobierno federal electo democráticamente, parezca controlado en forma tan descarada por el crimen organizado. Subrayo: electo democráticamente; este régimen federal recibió aún más votos en 2024 que en 2018, de tal suerte que su legitimidad está fuera de duda.
Las implicaciones, para mí, son atroces. Si este es un gobierno federal legítimo, refrendado en forma expresa por 36 millones de votantes, y tal vez avalado en forma tácita por 40 millones de ciudadanos que eligieron no votar en su contra; y si este gobierno federal no teme un castigo social relevante por mostrarse completamente alineado al crimen organizado... ¿qué tipo de sociedad están viendo desde Palacio Nacional? ¿Qué dicen sus sondeos de opinión?
Los seres humanos solemos hacer extensivos nuestros valores, jerarquías y temores al resto de la sociedad, pues es así como construimos normalidad; creemos que nuestras prioridades son compartidas, si no por todos, sí por una mayoría relevante de los mexicanos; suponemos que aquello que nos resulta inaceptable, también lo es para “la demás gente”. Y no: no hay media razón para que alguna de esas suposiciones resulte cierta.
Quizá Sheinbaum y Monreal y Gertz corren a defender al crimen organizado con total descaro, porque perciben que “el pueblo” no les mostrará un rechazo relevante; porque han medido a la sociedad mexicana, que tan generosamente manifiesta sus capacidades e intereses en las redes sociales, y el resultado los deja muy tranquilos; porque tienen claro que esa cercanía oficial con criminales no incomoda a suficientes votantes.
¿Y si tuvieran razón? Y si amplias porciones de la sociedad mexicana, por incapacidad intelectual o desinterés, no encuentran relevante esa cercanía del gobierno federal mexicano con los cárteles...¿qué? ¿Eso dónde nos coloca?
Peor aún: y si una clara mayoría de los mexicanos encuentra ACEPTABLE esa colusión entre la autoridad formal y el crimen organizado, ¿hacia dónde estamos caminando como país?
¿Y si no sólo la encuentran aceptable, sino DESEABLE? ¿Y si no sólo la desean, sino que la están pidiendo en cada elección?
CAMPANILLEO
Las mayorías no se equivocan aunque se equivoquen, y los gobiernos no dirigen... sólo toman la vanguardia en el desfile.