El pasado domingo durante el encuentro entre Gallos y Puebla en el desarrollo de la segunda parte, en una jugada en el área del equipo local, se produjo un fuerte choque de cabezas entre el central de Querétaro Canale y el atacante de la franja Gómez.
El jugador poblano cayó descompuesto después del impacto e inmediatamente los rostros de preocupación y la reacción de los jugadores de ambos equipos fueron de pedir ayuda por lo sucedido.
Los protagonistas del juego hicieron un círculo entorno a los lesionados para impedir tomas de televisión e imágenes de fotógrafos.
El delantero visitante comenzó a convulsionar en el terreno de juego mientras los médicos de ambos equipos y del protocolo de la Liga MX atendían la situación.
Un silencio total se apoderó del entorno y para romperlo, la afición queretana comenzó a aplaudir en un ánimo de energía para también apoyar a los que estaban siendo atendidos.
El protocolo de conmoción funcionó perfecto, el carro camilla y los paramédicos respondieron con prontitud lo mismo que el operativo en cancha a cargo del inspector de autoridad que ya tenía previsto el arranque de la ambulancia en la rampa y el ingreso de una segunda para cubrir el resto del partido.
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Emiliano Gómez fue trasladado a un hospital donde estuvo en observación y un día después se reportó estable para regresar a Puebla.
Es la primera ocasión en más de una década que me toca narrar algo así para radio.
Es un momento de incertidumbre donde debe prevalecer la calma para encontrar el análisis y las palabras exactas ante la expectativa de una lesión propia del juego.
Ante esta experiencia conviene revisar la respuesta médica en cualquier actividad deportiva que realicemos, contar con las medidas necesarias, el destino claro del hospital más cercano y principalmente el apoyo de profesionales médicos.
Cualquier liga amateur debe contar con una ambulancia lista.
La renta de la misma se cubre entre los equipos y organizadores porque más vale estar prevenidos ante una situación inesperada y un tiempo de respuesta que puede ser vital.