¿Cuándo fue la última vez que usted, lector, viajó por las carreteras de México? ¿Llegaron usted y sus acompañantes a su destino sin contratiempos? ¿Se sintieron seguros?
¿Ha realizado usted algún trámite ante una autoridad federal recientemente, como obtener un pasaporte, aclarar un requerimiento fiscal u obtener un permiso? ¿Cuánto tiempo le llevó terminarlo?
¿Se sintió acompañado o al menos atendido?
Y la última vez que usted necesitó los servicios del IMSS... ¿cómo le fue? ¿Le atendieron bien o al menos con suficiencia? ¿Siquiera lo atendieron? ¿Le surtieron la medicina que le recetaron?
Cada día, quienes vivimos en lo que se conoce como “México” debemos lidiar con una autoridad federal torpe, incompetente y ausente que nos sirve poco, pero nos cuesta mucho en términos financieros, sociales e incluso humanos. ¿No está usted, mexicano, un poco harto de eso?
El gobierno federal que sufrimos hace poco menos de siete años en este país, es aterradoramente omiso, incapaz y cínico. No provee seguridad: por el contrario, deja el camino libre a los criminales para que extraigan rentas mientras siembran el miedo; no provee salud: lejos de eso, demuele la infraestructura y provoca un criminal desabasto; no brinda servicio en trámites necesarísimos: por el contrario, los entorpece para provocar urgencia e incumplimiento y validar una sanción, que muchas veces deriva en extorsión. ¿Esto le parece a usted bien?
Más aún: al régimen guinda (de incuestionable origen democrático) no le ha bastado con incumplirle a usted como gobierno en cada aspecto posible: al mismo tiempo ha dedicado todos sus recursos a destruir instituciones que le servían a usted; a simular obras de infraestructura para pagar deudas políticas en efectivo, sin que funcionen siquiera a medias; a capturar desde el poder ejecutivo al legislativo y al judicial, cerrándole a usted los caminos civilizados e idóneos para ejercer eso que llamamos “democracia”. ¿Usted cree que un “gobierno” como este, le sirve de algo?
Un gobierno federal (el que sea, bueno o malo) opera a partir de una noción poco tangible: la gestión de aquellos temas derivados de la unión de un grupo de territorios que tienen sus propios gobiernos; esto es, un gobierno federal existe sólo porque un conjunto de gobiernos más pequeños decidió agruparse, con el objetivo de unir recursos para alcanzar metas más ambiciosas que las que podrían alcanzar cada uno por su cuenta. ¿Usted diría que los mexicanos HOY estamos alcanzando metas más grandes, que las que podríamos alcanzar como queretanos, coahuilenses, neoleoneses, veracruzanos o guanajuatenses?
Yo diría que no. Tal y como yo lo veo, para amplias y variadas regiones de México la pertenencia a este país ya les cuesta más de lo que les aporta. Mucho más. El consumo que genera el IVA sucede en los estados, no en “México”; la inversión extranjera que provoca el pago de diversas contribuciones, se asienta en los estados, no en “México”; las utilidades que deben pagar ISR son obtenidas a partir de actividades económicas que suceden en los estados, no en “México”.
Así visto, muchos estados de este país podrían conservar, o incluso aumentar, los recursos que obtienen vía impuestos si no existiera el gobierno federal; por supuesto eso implicaría también dejar de recibir los beneficios de tener un gobierno federal, pero en este momento no logro recordar alguno. ¿Usted sí?
Pensemos en ello. Cada día de ineptitud federal nos cuesta mucho.
CAMPANILLEO
¿Para qué sirve la Ciudad de México?