Querétaro

Volver a aprender: el acto más valiente de una mujer adulta

Columna Vivir Plenamente.

Hay un momento en la vida en que todo cambia. No es a los 15 ni a los 21. A veces llega a los 33, a los 40 o a los 52. Es ese punto exacto donde una mujer se mira al espejo y se pregunta: ¿Y ahora qué? No es crisis. Es despertar. Y ese despertar, muchas veces, viene acompañado de una necesidad profunda de volver a aprender.

En un mundo que nos exige estar siempre listas, pocas cosas resultan más revolucionarias que permitirnos volver a empezar. Porque aprender después de los 30 ya no es solo una cuestión de superación profesional: es un acto de amor propio.

Sin embargo, no es fácil.A muchas nos enseñaron que equivocarse era fracasar. Que si no lo sabías de inmediato, no eras suficiente. Que ya no era tu momento. Y así, fuimos guardando nuestras ganas de escribir, emprender, estudiar, sanar… como si fueran lujos que solo otras podían permitirse.

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Según la UNESCO, solo el 5% de las mujeres adultas en América Latina accede a procesos de formación continua. ¿La razón? Miedo, tiempo, culpa. Pero sobre todo: una cultura que nos hizo creer que aprender era solo cosa de niñas y jóvenes. Que después de cierto punto, lo que sigue es solo resistir.

Pero lo cierto es que nunca fuimos tan sabias como ahora. La neurociencia ya lo comprobó: nuestro cerebro sigue siendo capaz de formar nuevas conexiones a cualquier edad. El MIT demostró que el aprendizaje significativo no desaparece con los años; solo necesita emoción, curiosidad y un entorno seguro donde fallar no sea un castigo, sino parte del proceso.

Y eso cambia todo.

Aprender de adultas no es empezar desde cero. Es empezar desde la experiencia. Con heridas, sí. Pero también con cicatrices que ya no duelen como antes. Con sueños que ahora tienen raíces. Con una voz que ya no pide permiso.


En Querétaro y muchas ciudades del país, mujeres están volviendo a estudiar, a emprender, a preguntar. Desde talleres de escritura hasta cursos de tecnología, desde costura hasta liderazgo, están demostrando que nunca es tarde cuando el alma sigue viva.

Y aquí lo más hermoso: cuando una mujer adulta se atreve a aprender, no solo se transforma ella. Transforma su hogar, su comunidad, su linaje. Les enseña a sus hijas que los finales felices no existen, pero los nuevos comienzos, sí.

Así que si hoy sientes ese cosquilleo en el pecho, esa idea que no te suelta, ese anhelo que viene y va… no lo ignores. Es tu mente recordándote que aún tienes mucho por descubrir.

Aprender no es volver atrás. Es ir más profundo. Es darte la oportunidad de ser tu versión más libre, más auténtica, más tú.

Y créeme: nunca ha sido más buen momento para empezar.

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