El músico Saúl Hernández se llevó la primera ovación de la noche al salir este sábado al escenario del Festival Tecate Coordenada, junto a Alfonso André, Marco Rentería y Rodrigo. Para muchos seguidores, el vocalista de Caifanes es señalado como no terrenal, que no pertenece al mismo mundo donde habitan los mortales. Su rostro, marcado por algunas arrugas, es el de un hombre de 58 años.
Caifanes hace de su música un ritual que conecta con sus seguidores, no importa la edad. La agrupación mantiene su espíritu libre, y pese a algunas críticas, es una muestra de que el rock and roll no ha muerto.
Puede notarse como la banda vive su mejor momento, se nota al salir al escenario, donde comparten miradas, sonrisas y se dejan llevar - de repente- por la improvisación, sobre todo cuando la gente se convierte en protagonista.
Desde arriba del escenario se observa la ola humana como se mueve de un lado a otro siguiendo la letra de las canciones, los pasos de Saúl o la batería de Alfonso, cada quien tiene una anécdota con cada canción; al final, las lágrimas y sonrisas de los fieles seguidores se unen en un grito, como agradecimiento a las emociones que evocan al iniciar los acordes de cada uno de los temas.
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Vivir a Caifanes sobre el escenario es estar cerca de una historia que ya está marcada en los libros del rock mexicano, con músicos que han pasado por diversos momentos, como bien dice Saúl Hernández, “digamos que esos egos se convirtieron en confianza y credibilidad; esos distanciamientos empezaron a ser como vínculos que fueron creando más unión”.
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El veterano grupo desafía al tiempo con sus conciertos y con una gira que no para. Caifanes no decepcionó, al menos a las casi 23 mil personas que llegaron al Tecate Coordenada, donde ofrecieron un buen concierto.
La puesta en escena ya no es tan horizontal como antes. Saúl, Rodrigo y Alfonso no tocan a metros de distancia. Tienden a recogerse, a juntarse en el centro. Se miran, se hacen señas... son cómplices.
Actúan como si estuvieran en un pequeño club. Incluso hacen de la pantalla su aliada. Las canciones no han bajado de revoluciones; así como su manera de hacer el escenario una tribuna pública, para mostrar que el rock and roll es furioso y contestatario.
Caifanes se mueve en el escenario sin mayor intención que disfrutar el momento, sobre todo hacer que cada tocada sea una experiencia nueva entre su público, que se deja llevar por el sonido de una banda que no pierde su poder, y que está dispuesta a mantener esa conexión que va más allá de la música.
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