En el tercer día del Festival Internacional de Cine (Fic) Monterrey 2024 se proyectó la película mexicana Lluvia, debut del cineasta Rodrigo García Saíz, quien en su narrativa recuerda un poco a Alejandro González Iñárritu en su fijación por retratar la condición humana en algunos de sus filmes, como la clásica Amores perros.
La historia ocurre en un día de lluvia intensa, esa que sufrimos los capitalinos cuando el dios Tláloc muestra toda su furia, que con el transcurrir de las horas va mostrando diferentes historias melancólicas que deja ver el sufrimiento que llevamos a cuesta los seres humanos, sea por soledad, desamor o desesperanza.
Con una mezcla bien balanceada, actores de renombre como Arcelia Ramírez, Cecilia Suárez, Bruno Bichir, Tiaré Scanda comparten escena con jóvenes como Axel Shuarma o Esteban Caicedo, para presentar situaciones cotidianas de la ciudad, en la que los personajes al verse en situaciones al límite muestran su verdadero yo, lo mismo un delincuente que una respetable maestra o una dedicada enfermera.
La película inicia con un atribulado Bruno Bichir manejando su taxi, cuando un pasajero le pide que lo lleve a una dirección, con la que el taxista muestra dudas si realmente es el destino al que quiere llegar, lo baja y después de conducir unas cuadras baja del coche, corre por la avenida, regresa, se mete al auto y empieza a descargar su furia a golpes contra el volante.
Con este inicio, la película siembra la duda en el espectador por saber el porqué de su comportamiento, para que la narrativa continúe por este rumbo en el que nada es lo que parece, pero poco a poco plantea lo que uno haría si se viera en esa misma situación ¿de verdad tendríamos el valor de impedir un asalto, de ayudar a un desconocido que cae completamente desmayado o en el metro? ¿o qué tal si descubrimos que nuestra pareja nos pone el cuerno?
Las escenas, al desarrollarse bajo la lluvia y en la noche, le otorga un aire melancólico al filme, además de arriesgarse a mostrar una Ciudad de México con una cara más real, no esa donde se muestra normalmente a la Avenida Reforma o los sitios emblemáticos donde todo parece color de rosa, no, sino esa donde vive la gente que todos los días sale a ganarse duramente el pan y a enfrentar los peligros que se presentan en los barrios bravos.
De este modo, a través de seis historias, el director muestra diversas circunstancias, que a decir del personaje de Bruno Bichir forman parte de “un día raro”, que sirven como catalizador para llevar al máximo las emociones de los personajes: una maestra que sufre un asalto por parte de uno de sus ex alumnos; una pareja que está a punto de la ruptura o una inmigrante a punto del suicidio.
Lluvia es una metáfora del verdadero yo de lo seres humanos, bajo una narrativa arriesgada por la incertidumbre que genera en sus escenas, pero con la esperanza de que, al finalizar la tormenta, limpiará mucha de la suciedad acumulada, sea en la calle o en el alma de las personas que se mojan bajo ella.