Luis Estrada Rodríguez se define como un cineasta preocupado por lo que pasa en el país y ello lo ha llevado a crear cintas como La ley de Herodes y El infierno, que se montan a temas como la corrupción política y el narcotráfico.
Este año llega con La dictadura perfecta, a la que describe como una ficción con sátira política “muy espinosa” y cuenta a Publimetro cómo fue el desarrollo de dicho material cinematográfico.
¿El sello del cine mexicano son las historias de violencia en el país, narcotraficantes o feminicidios?
– No estoy de acuerdo con esa afirmación. Cuando hice la película El Infierno (2010) el ex presidente Felipe Calderón nos puso la etiqueta de malos mexicanos y de contribuir de manera notable a demoler el ánimo y el espíritu de este país. Reconozco que la cinta está ficcionada con la sátira como una forma de expresión y puede tener ciertos rasgos de exageración pero creo que uno debiera preocuparse más por la realidad que por las películas que retratan de manera crítica ese tipo de temas.
¿Cómo percibes la industria cinematográfica? ¿Son exitosas esas temáticas?
– En los circuitos de festival ciertas temáticas más duras, arriesgadas en lo formal y en los términos de su contenido pueden tener más éxito, pero ahí es donde está la virtud de nuestro género. Recordemos que la cinta más vendida en los últimos años fue No se aceptan devoluciones y estuvo relacionada con un fenómeno televisivo en el que está Eugenio Debez, quien casi todo lo que toca es muy exitoso.
¿Hasta dónde te gustaría que llegara La dictadura perfecta?
– No somos como Presunto culpable, que tenía una agenda con la que quería concientizar a ciertos sectores de la población. En el cine de ficción como el mío, me sentiría muy bien con que la gente que la vaya a ver se la pasara contenta y recomendara la cinta —y como me ha pasado con mis otras películas— si se vuelve un tema de reflexión fuera del ámbito del entretenimiento o se puede llevar a una universidad me daría por bien servido.
¿Irías a las universidades?
– Parte de mi carrera ha sido seguir la vida de mis filmes más allá de lo cinematográfico. Con El infierno o La ley de Herodes me han invitado de muchas universidades en el extranjero para que hable de mi realidad, de cómo veo el país en el momento actual, pero tampoco creo que sea una película didáctica ni propagandística ni proselitista.
¿Temes a la censura?
– No y no creo que ocurra por el tamaño del escándalo global que eso acarrearía. La curiosidad forma parte de ello y es la mejor vacuna. Sería algo muy estúpido que quisieran detener la vida normal de la cinta; se les revertiría.
¿Qué opinas acerca de que los cineastas hablen de temas nacionales como la reforma energética, así como lo hizo Alfonso Cuarón?
– Creo que antes que cineastas somos ciudadanos y tenemos opiniones igual de válidas que las de todos. A lo mejor, la suerte de tener un micrófono desde donde expresar nuestras posiciones políticas tiene una mayor repercusión en términos mediáticos y sociales. Lo que hizo Alfonso me pareció muy inteligente y osado. Me hubiera encantado que hubiera podido tener una mejor respuesta por parte de quienes estaban siendo aludidos por él.
Obtuvo la respuesta del presidente Enrique Peña Nieto…
– Le contestó con eufemismos y él (Alfonso) le recontestó, pero como suele pasar en este país, el efecto que causó incluido el internacional, actualmente ya quedó sepultado y es una pena.
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