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Reguetón, el nuevo rock del momento

El género urbano ha sido blanco de críticas por denostar a la mujer; sin embargo, en otros géneros musicales también impera la violencia de género

Desde hace unos años que el reguetón cobró relevancia en la industria musical, detractores del género han señalado que en la composición de sus letras reina la violencia, la cosificación y la sexualización de la mujer; no obstante, este no es un fenómeno que se ha desarrollado en un sólo género musical.

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Desde la década de los 60, el crossover de músicos como Elvis Presley o Billy Halley impactó en el éxito de artistas en México como Angélica María, César Costa, Alberto Vázquez, Enrique Guzmán, Johnny Laboriel, Julissa, entre otros, que no sólo componían temas que hacían referencia a la mujer como un objeto, sino también, que promovían la burla y crítica a sus cuerpos y formas de ser. Temas como Popotitos, de Enrique Guzmán y Los Teen Tops; o Pólvora, de Los Locos del Ritmo, denostaban características físicas y de personalidad de mujeres.

“Es una razón cultural. Durante tanto tiempo nos acostumbramos a que las canciones hablan de lo que pasa en la vida, cuando no hay música de fondo, que no cuestionamos las letras. Muchas canciones son agresivas desde el punto de vista lírico y reproducen la visión de dominio hacia la mujer y eso ha existido desde siempre. No es un problema únicamente del reguetón”, comentó el periodista y especialista en música Arturo Flores.


El experto, quien también es editor general de la revista Playboy, afirmó que a través de los años la mujer ha sido fuente de inspiración de poemas, canciones y un sin fin de  manifestaciones artísticas, sin embargo, cada una de ellas están condicionadas a un contexto específico.

“Cada canción representa y manifiesta un espacio geográfico y temporal específico. Si escuchamos temas de los años 60, sabemos que existía una visión de dominación femenina por parte del hombre. En esa época el rock and roll se burlaba de la mujer y las mujeres eran las primeras en bailar esos temas. Porque nos dan risa, nos dan alegría. Pero realmente no cuestionamos lo que dicen”, resaltó.

El comunicador ve lejana la idea de que las críticas contribuyan a cambiar la forma en que se representa a la mujer en la música, puesto que “no hay reguetón sexista, hay reguetoneros sexistas. No hay pop sexista, sino poperos sexistas. No es un problema de género sino de músicos. Esto no es una cosa de hoy, ni es privativo del reguetón. En todos los géneros existe y se reproduce la violencia contra la mujer”.

Y destacó que la crítica hacia el género se debe a su alto contenido sexual y erótico. “Debemos dejar claro que no porque una letra hable de sexo, tiene que ser violenta. En el caso específico del reguetón, esto es lo que ha desatado las críticas, pero hablemos del doble discurso: si lo canta una mujer, se le llama empoderamiento, si lo canta un hombre, se cataloga como machismo. Desde mi  punto de vista hay canciones de banda mucho más violentas en todos los sentidos. Todo lo nuevo y sexual incomoda a las viejas generaciones”, finalizó.


Para el sociólogo, músico amateur y miembro de la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, Sergio Tamayo, la violencia heteropatriarcal y sexualización hacia la mujer en las canciones existe en todos los géneros musicales.

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“El reguetón el problema. El problema está desde la forma en que se construye la música. Con la intención de reproducir la dominación y subordinación de las mujeres en un sistema patriarcal. La música, las canciones, de cualquier género musical, son producto de circunstancias históricas, son resultado de relaciones específicas sociales en un determinado contexto social y reflejan las formas simbólicas en las que los individuos se comportan. Reflejan valores, aspiraciones, creencias”, dijo.

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Por tanto, si las relaciones humanas son inequitativas y desiguales, las manifestaciones artísticas serán el reflejo de ese contexto.

“Si vivimos en un mundo donde las mujeres son relegadas, la música va a reflejar eso, no importa que sea música culta o popular. La música refleja los valores y las creencias respecto al posicionamiento de la mujer y eso se interioriza y reproduce de forma constante. Se normaliza. En Vicente y Alejandro Fernández tenemos dos claros ejemplos del machismo y sexismo que impera en México. Hacen apología al maltrato, a la subordinación e, incluso, a la violación de forma poética. Eso es preocupante”, finalizó.

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Qué hacer

Para Tamayo, el primer elemento para evitar la reproducción de formas simbólicas violentas contra la mujer es entender que su condición no es natural, sino que tiene que ver con la ideología patriarcal.

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“La mujer comenzará a cambiar su situación cuando se haga consciente de su condición como ser humano. La música expresa la desigualdad pero no es el único medio, sucede en distintos espacios culturales en los que vivimos como la escuela, la calle, el trabajo y más”, describió.

Y siguió: “La conciencia lleva a una organización de mujeres, por eso las manifestaciones como las de 16 de agosto. Ahí las mujeres construyeron un discurso que trata de llegar al otro 80% de mujeres que aún no es consciente de su situación de desigualdad y violencia de género. Movimientos como estos cambian las códigos culturales de interacción y reproducción de conductas. No hay música buena o mala. Necesitamos, en todos los niveles, modificar y cambiar estos contenidos y la forma en que se hace la música”, finalizó.

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